viernes, 23 de octubre de 2009

Lina Aybar o la exquisitez hecha máscara


Por Jochi Muñoz

Lina Aybar, una de las jóvenes artistas plásticas y del performance de República Dominicana, realizó su más reciente acción performática el pasado sábado 30 de junio del año en curso: +cara (máscara), presentada a las 18:00 en la calle El conde, frente al Centro de Belleza Jeannette, establecimiento comercial que brinda servicios de salón de belleza y de expendio de productos del ramo.

Llegué al lugar indicado pasados unos 10 minutos de la hora de inicio, y de primera instancia creí que la actividad se había suspendido, ya que no alcanzaba a ver a la artista. De pronto, la divisé en plena actividad, justo frente a la vidriera de la tienda citada. Al principio nos lucía frágil; luego, remota, distante. Nos acercamos; ella realizaba el cotidiano acto de ponerse y quitarse pintura de labios, acción ésta que repetía una y otra y otra vez, y que extendió por espacio de una hora. Estaba sentada ante una pequeña mesa (a modo de cómoda), donde tenía el instrumental necesario para llevar a cabo su empresa: un espejo redondo con pedestal, dos caja de pañuelos desechables, y, por supuesto, un tubo de pintura labial rojo. Unos cuantos curiosos estaban parados observando, mientras un gran número de transeúntes le dispensaba una atónita mirada, sin detener su paso.

A medida que transcurría el tiempo, más y más personas decidían pararse por un rato. Las reacciones de los presentes eran diversas, quedándose muchos de ellos en la lectura más primaria (el mero hecho de pintarse y despintarse), mientras otros se aventuraban a “interpretar” la acción según los referentes que poseían. Mas, ¿qué buscaba Lina Aybar al llevar a cabo semejante acción? Acción por lo demás que la exponía literalmente ante un grupo de personas desconocidas, y, así desprotegida como estaba, ser blanco de “alguna ocurrencia” de uno de los presentes. Tal pasó, cuando un par de jóvenes, casi al final del performance, quería interactuar con ella, deseando incluso tocarla. De igual modo la masa del público presente fue estrechando el círculo cada vez más, hasta quedar a menos de dos metros de distancia de la artista. Ella en todo momento mantuvo la concentración en su tarea.
Recordemos que, por lo general, Lina Aybar no realiza performances cuyo acción o resultado final recae directamente sobre los otros o sobre el medio ambiente, sino, que ella es de esos artistas que consideran su cuerpo como la tabla donde ha de cincelarse la acción, para que, posteriormente, en el publico se produzca, ya por identificación ya por extrañamiento, la desazón reflexiva que toda obra de arte debe suscitar. Mencionemos el caso de Hechas tiras, pieza del año 2006, en la que la artista, vendada y descalza, recorrió varias calles de la ciudad colonial, mientras circulaba de mano en mano unas tijeras entre los que se acercaron a presenciar lo que ocurría, con la que se le fue cortando en jirones la ropa que llevaba puesta. No tuve la oportunidad de presenciar en persona esta obra, sino mediante la documentación fotográfica realizada por la gestora Clara Caminero, y ese estado de degradación a que se somete a la mujer (más aún, al ser humano) quedó patente en esas imágenes.

Volviendo a la pieza que en esta ocasión nos toca comentar, +cara, señalamos anteriormente que cuando alcanzamos a ver Lina a nuestra llegada, ella nos lucía frágil. Resulta que su constitución física menuda, nos proyectó a una mujer delicada realizando el ritual cotidiano de pintarse los labios, acción que, por lo general, pasa inadvertida, ya que se da por sentado que es algo natural que toda mujer realice. Pero, como en el caso del presente performance, cuando esa acción se realiza sin solución de continuidad, la cosa cambia, y se percibe como algo extraño, ajeno, fuera de lo esperado. Lo que vemos es un grotesco de esa imagen de femineidad que la sociedad espera de cada mujer. Lo que es un acto “natural” que se lleva a cabo diariamente por imperativo social, es transgredido por la artista en su pieza. La aparente fragilidad de la artista se hacía polvo, presentándosenos, entonces, como un ser con determinación para, sin estridencias ningunas, echar abajo las exigencias sociales que, a su parecer, le parecían banales.

Lo que dijimos también de que Lina Aybar nos parecía distante, remota, es debido, justamente, al nivel de concentración y manejo de la energía que precisaba para la ejecución de este performance, ya que en el mismo tenía que resaltar, subrayar el acto de ponerse y quitarse (con sumo cuidado) el lápiz labial, sin permitirse que nada la distrajese de su tarea.

Un voto de reconocimiento a la artista, ya que en ningún momento se dejó perturbar, demostrando su profesionalismo en la disciplina. No en balde ha asimilado las experiencias de sus trabajos anteriores, en los que, al igual que en el que comentamos, ha sido vulnerable al acoso de alguien. Ella ha sabido sortear inteligentemente los escollos que se les han presentado, curtiéndose así en el oficio, como nos lo demuestra en esta exquisita pieza: +cara. Quedamos a la espera de otras +.
Santo Domingo
Julio de 2007

http://performancelogia.blogspot.com/2007/09/lina-aybar-o-la-exquisitez-hecha-mscara.html





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