martes, 23 de mayo de 2023

Una tarde de septiembre


                                                               Por Jochi Muñoz

[El presente texto, escrito en septiembre de 2022, me fue comisionado para ser incluido en el libro «Monina Solá. Leyenda del teatro dominicano», (2023) de Homero Luis Lajara Solá, puesto a circular la noche del 23 de mayo de 2023, justo el día en que Monina cumpliría los 90 años.]


Una tarde de septiembre de 2004 me apersoné en su casa. Con más miedo que vergüenza, como reza el refrán, tendríamos nuestra primera sesión de trabajo de una de mis piezas incluidas en el espectáculo «La casa por la ventana», producido por Patricia Ascuasiati y Mónika Despradel, y que sería realizado en la residencia La Torre, del viejo Gazcue.

Con su habitual cortesía me recibía. Estaba ante una de las artistas fundamentales del teatro dominicano: Monina Solá, y ella iba a trabajar en una pieza de mi autoría. ¡No lo podía creer! La Monina que en mi infancia veía y me deleitaba con sus participaciones en televisión; la Monina que, años después, vi en vivo en tantas producciones teatrales; la Monina con la que coincidí muchas veces en actividades varias y siempre me dispensaba una sonrisa. ¡Pues, sí, esa Monina!


Bastó con una corta explicación de lo que era mi propuesta para que se abriera, por parte de ella, un torrente de posibilidades de abordaje de su personaje. Me enamoraba de cada una de las alternativas mostradas… Y dudaba sobre mi planteamiento original… Y ella continuaba desplegando ante mí todo un amplio abanico de opciones.  Me sentía seducido, abrumado, hechizado y presa del pánico de no poder conducir el proceso tal como lo había concebido. Y es que ante un monstruo, las escasas fuerzas de un común mortal no bastan ni siquiera para respirar.

En un momento elevé silenciosamente mis preces a la diosa Cordura. Y la diosa Cordura, sin siquiera darnos cuenta, hizo su trabajo. Monina y yo nos miramos por un rato sin decir palabras, y, a seguidas, fijamos fecha para nuestro próximo encuentro.

Es septiembre un mes muy caro para mí por razones personales, a las que se une el hecho de que Monina aceptara tomar parte en el proyecto en ese mismo mes. «La muñeca», así se titulaba la pieza en cuestión, y que para esta nueva versión (ya había sido abordada con anterioridad por dos estupendas artistas: Rosa María Rodríguez y Bethania Rivera), era Monina, sin dudas, la idónea para llevarla adelante.

                                          Monina Solá durante un ensayo de la pieza «La muñeca», de Jochi Muñoz,                                                                                         en el espectáculo «La casa por la ventana» (2004). (Foto: Alejandro Ascuasiati).

«Rota el alma, quedan cicatrices abiertas para siempre», así se expresó el artista visual Jorge Pineda, cuando conoció la idea de la pieza en los tiempos en que la concebí. Y ese desgarramiento fue hecho visible y palpable por la Solá con su interpretación.

Ella hizo suya la poesía del folklore infantil dominicano llamada, justamente, «La muñeca», la que decía a modo de mantra desde que se abría la puerta de una pequeña habitación que fuera destinada, en tiempos pasados, a guardar vinos, y que ahora era el espacio donde transcurría la acción. El pública quedaba afuera del mismo, parado frente a la puerta, viéndose, por tanto, la figura de Monina como si estuviera dentro de un nicho. Y desde ahí decía su letanía una, y otra, y otra, y otra… vez.

Recuerdo el comentario de un espectador que señaló que la primera vez en que Monina dijo la poesía, se lo encontró simpático; la segunda vez, complacido se dijo, «Ah, la repite», pero, a partir de la tercera, pensó: «¡Espérate… aquí hay algo más!». Y es que escuchando el texto y viendo cómo la artista lo encarnaba, al auditorio no le quedaba más remedio que descartar que se tratara de un simple diverstiment. Estaba, eso sí, ante un hecho escénico que le resultaría atractivo, entretenido como para quedarse enganchado, pero que iba un paso más allá, puesto que la aparente inocencia de la fábula contada por Monina dejaba traslucir que se trataba de una situación de abuso, vejación, violencia.

Con su traje blanco, que podía remitir a la indumentaria para un bautizo, una primera comunión, unas bodas o ser una mortaja, Monina, vista a través del hueco de la puerta, se visionaba como remota y evanescente a la vez que presente y accesible, y a esto último contribuyó la forma en que decía el texto, con esa manera que sólo los y las grandes tienen de tocar alma y mente del espectador.

Septiembre, siempre septiembre: Una tarde nos reuníamos para nuestro primer ensayo, otras tantas para ir trabajando la puesta, y, finalmente, esa tarde en que ultimamos detalles para esa primera función de «La muñeca» que Monina daría en horas de la noche, para un público que quedó arrobado ante la desbordante contención y desgarradora sutileza de su interpretación.

Y otra tarde, de otro septiembre, escribí estas líneas.





                                                        
















lunes, 17 de enero de 2022

«Los andares de Graciela », por Jochi MUÑOZ




[Estoy participando en el proyecto «I N T E R T E X T U A L E S: Entre performances y acciones latinoamericanas, 2020-2021», gracias a la invitación de sus gestores y curadores Ruth Vigueras Bravo (mexicana) y Milton Afanador Alvarado (colombiano).  

Los artistas que toman parte fueron emparejados para que establecieran un acercamiento reflexivo sobre la obra y la trayectoria de su respectiva pareja. Esto daría como fruto un texto que acompañaría en off un video que cada quien debía realizar previamente. 

 

En mi caso, me tocó formar pareja con una destacada artista y gestora argentina, Graciela Ovejero Postigo, de la que escribí el texto que acompañó su video, y que comparto ahora en este blog] 



I N T E R T E X T U A L E S: Entre performances y acciones latinoamericanas, 2020-2021 

 

 

Los andares de Graciela 

Por Jochi MUÑOZ, de República Dominicana 

 

 

Cuando supe con quién haría pareja en INTERTEXTUALES me quedé pensando en esta suerte que me tocó. Dudé, lo reconozco, y es que ante el corpus de trabajo de Graciela Ovejero y Postigo (así, con la «y» conjunción entre sus apellidos) cualquiera se amilanaría, pero… me dije: «¡Pecho!», y aquí estoy externando las siguientes consideraciones.  

 

Empezaré hablando no de la acción que ella preparó para la ocasión, sino de una anterior, «Matahambre, plato argentino» (2020), donde sostiene un  libro del que lee: «…en ese sentido elevado y completo, la única civilización que merece tal nombre es la civilización cristiana, puesto que colma en forma insuperable las necesidades materiales y espirituales de la humanidad», y, más adelante, pica papas sobre él, las que coloca entre sus páginas y las adereza, y con una cuerda lo ata fuertemente, a modo de rollo, para, finalmente, macerarlo golpeando la portada antes de ponerlo a cocer dentro de un caldero. Sólo haciendo tal, podría ser tragada y digerida esa concepción de cultura contenida en el libro «Historia de la civilización», de SARTHOU y MOURIÉ, con que Graciela estudió.  

 

¿Por qué resalto en este diálogo de INTERTEXTUALES esta parte de esa pieza? Pues, porque la veo per se como una intención de artista. Y es que el cuestionar, el ir en contra de ciertos juicios (más bien, prejuicios), el inquirir, el contrastar criterios, el hablar, hablar, hablar… buscando provocar en el otro el deseo del intercambio productivo de pareceres, del desmontaje de cosas como las que plantea el libro citado… todo esto lo encontramos en las actividades varias que llenan el día a día de Graciela.  

 

Ella nace en el norte de Argentina; vive por 25 años en California; regresa a su tierra; fue solista y profesora de ballet; se  forma en teatro; realiza estudios de música; logra una licenciatura y un máster en Bellas Artes; incursiona en la pintura, escultura, arte objetual, instalación, fotografía, video, performance… hasta llegar a definirse como una artista transdiciplinaria, y, agregamos, que trans e intercontinental, ya que viaja asiduamente a festivales, encuentros, curso, talleres…  

 

Pareja a sus actividades artísticas está la de gestora cultural, teniendo como centro de operaciones a «Peras de olmo – Ars continua», espacio que funda y dirige, destinado exclusivamente al estudio, difusión, promoción del arte acción, con sede en Buenos Aires. 

 

Aún no he tenido la oportunidad de coincidir personalmente con Ovejero. La impresión que de ella me he formado ha sido a través del material colgado en la red: entrevistas, conversatorios, lectura de ciertos escrito de su autoría, consideraciones emitidas por otras personas, y, por supuesto, el visionado de sus performances. Destaca, cuando ella está en el rol de entrevistadora, su manera de inquirir, de hurgar, para lograr del interlocutor que ofrezca mayores detalles sobre lo tratado. Y hace eso, sin dejar de ser acuciosa, con una suavidad que me maravilla.  

 

En su declaración de artista ella señala: «Actualmente anido en el campo pluriversal del arte-acción/performance-art como “artista”/artesana ofrendadora del resiliente renaciente Abya Yala. Soy una persona feminista que hace arte fuera de las lógicas de ‘carrera y éxito’. Mi trabajo en performance es de naturaleza secuencial, no repetible y mayormente de sitio específico. Mi cuerpo pide encarnar metáfora.» 

 

Y metáfora es, justamente, lo que nos muestra en «Desambiguación del intervalo (2)», 

video que preparó para este proyecto de INTERTEXTUALES. Resulta ser una de esas cosas de las que uno dice: ¡Cómo no se me ocurrió! Y es que es pura poesía.  Un texto en imágenes abierto a una, a otra, a otra, a otra… lecturas. Y en todos los caso, veo a la Graciela trashumante; a la Graciela que carga su bagaje académico; a la Graciela que carga su bagaje artístico; a la Graciela que lleva sus vivencias de la periferia al centro, del centro a la periferia… en fin, al ser humano que lleva y deja; al ser humano que reemprende sus andares entre pliegos y recovecos de esos mundos no sólo de Dios, sino, también, de todas las cortes de «demonios»: agitadores, desobedientes, manifestantes, cuestionadores… en definitiva, de hombres y mujeres comprometidos, de aquí, de allá y de acullá. 

 

 

 

Graciela Ovejero Postigo, de Argentina, por Jochi Muñoz, de República Dominicana, para I N T E R T E X T U A L E S: Entre performances y acciones latinoamericanas, 2020-2021. 

 

 

 


lunes, 28 de diciembre de 2020

Dialogan-dos: Marilí Gallardo entrevistada por Jochi Muñoz

 

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A lo largo de este año, el ciclo Dialogan-dos nos regaló magníficas entrevistas que nos permitieron acercanos de una manera muy íntima al trabajo y recorrido profesional de varios de nuestros grandes artistas de distintas disciplinas. Una de esas entrevistas la realizó
Jochi Muñoz
a la bailarina y coreográfa
Marily Gallardo
. ¿La viste en su momento? Si la respuesta es no, te dejamos animamos a hacerlo, porque no tiene desperdicio.

viernes, 11 de octubre de 2019

Dos oasis


Dos oasis.

Este 2019, tan empecinado en que nos despidiéramos de personas queridas y admiradas del mundo del arte, nos ofrece un respiro, una tregua, un bálsamo para mitigar tristezas y añoranzas, lo que nos viene con formas de una pieza coreográfica y una teatral. Dos oasis.

Primer oasis.
"¿Quién es Joel?, ¡Preséntenme a Joel!", fue lo que dije al finalizar la pieza "Dios te salve", firmada por el joven coreógrafo Joel Genaro Amador. Bocanada de aire fresco trajo esta pieza, presentada en el pasado EDANCO 2019, en la que me maravillaba cada vez más a medida que la misma transcurría. Estupenda selección musical, lograda atmósfera, preciso manejo de las diseños de movimientos, buen manejo de los elementos, apropiado diseño de luces. Y las cuatro intérpretes, ¡de lujo! Y para mayor sorpresa, tanto el coreógrafo como las intérpretes: Egresados de la Escuela Nacional de Danza (ENDANZA). ¡Chapeau, chapaeu para ellos y para la Escuela!




Segundo oasis.
Recién anoche, 9 de octubre, volví a encontrarme con el Manuel Chapuseaux admirado, responsable de la vital y fina dirección de la obra "El árbol de mi vida", de la autoría de Macarena Pérez Bravo y Josemi Rodríguez, en la que dos estupendos artistas de la escena, Carolina Rivas y José Guillermo Cortines, dieron vida a los varios personajes de la pieza. Sin excesos, sin truculencias, sin demostraciones gratuitas, ambos bordaron sus personajes con tal precisión que en todo momento nos hacían comprobar la real existencia de ese "sentido de la verdad", tan recalcado por Chapuseaux. ¡Gracias mil por hacernos ver tan buen teatro! 




Jochi Muñoz 
Santo Domingo, República Dominicana 
Jueves 10 de octubre de 2019

jueves, 7 de julio de 2016

¡Hoy, 7 de julio de 2016, cumplo 10 años performanceando!

Este día sólo agradezco a la vida por haberme colocado en torno a tantas personas, que de un modo u otro, me permitieron encauzar mi quehacer artístico por las sendas del Performance Art. ¡Gracias del alma! Hoy se cumplen 10 años de la realización de mi primer Performance.
Esta pieza fue Mi jardín, instalación-performance, realizada dentro del proyecto Arte Barceló 2006. Nuevas tendencias. Tercera edición, organizado por la galerista Mildred Canahuate, en el que a cada artista participante se le asignó una habitación en la cual realizar su obra, en el antiguo Gran Hotel Lina, hoy, Hotel Barceló, en Santo Domingo.
Contrario a lo que ocurrió con las piezas de los demás artistas en la que el público entraba a las habitaciones para verlas, en mi caso, la puerta estaba cerrada mientras yo permanecía ante ella dibujando pequeñas florecitas azules sobre curitas que la tapizaban, las que había colocado durante los tres días previos a la inauguración del evento.
Junto a la ficha técnica de la pieza había otra con el versículo:
Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía; fuente cerrada, fuente sellada” (El cantar de los cantares 4:12)L
(Fotos: Jorge Mendoza y David Hernández-Martich

martes, 31 de mayo de 2016

En el recodo del Performance

El presente texto fue leído durante el III Fórum Nacional de Danza, organizado por Ballet Nacional, y celebrado en el Auditorio del Museo de Arte Moderno, de Santo Domingo, el viernes 29 de abril de 2016, Día Mundial de la Danza. Una versión más corta del mismo fue leída también en el encuentro “Conversando con los artistas”, enmarcado dentro de la celebración del Día Internacional de los Museos, el miércoles 18 de mayo de 2016, llevado a cabo en el mismo lugar donde fue realizado el Fórum de Danza. Los artistas invitados a este encuentro fueron tres artistas del Performance Art: Sayuri Guzmán, Joan Jiménez y Jochi Muñoz. Aquí comparto con ustedes la versión íntegra del texto en cuestión.

III Fórum Nacional de Danza
29 de abril de 2016

En el recodo del Performance
Por Jochi Muñoz

Buenas tardes, señora Mercedes Morales, Directora Ballet Nacional; profesores, bailarines, estudiantes, señores y señoras. Agradezco la deferencia que se tuvo con mi persona al invitarme a participar como ponente en este III Fórum Nacional de Danza, organizado por el Ballet Nacional.

Empezaré mi intervención pasando una serie de imágenes, sin orden ni concierto, como pueden
ocurrir esas cosas en un día cualquiera.
[PASAR IMÁGENES A VELOCIDAD RÁPIDA]

Se me ha pedido que agote mi turno haciendo referencia a una disciplina que, dentro de unos
meses cumpliré 10 años de estar practicándola: el Performance.

Para tratar de contextualizar y precisar este término, permítanme recurrir a la voz autorizada de Richard Schechner, un investigador de los llamados Estudios de Performance. Con relación al sustantivo performance y su forma verbal to perform, refiriéndose a los pueblos anglófonos, nos dice lo siguiente: “En los negocios, los deportes, el sexo, to perform es hacer algo según una norma: tener éxito, sobresalir. En las artes, to perform es montar un espectáculo, una obra teatral, una danza, un concierto. En la vida diaria, to perform es aparentar, ir a los extremos, subrayar una acción para los que están mirando.”

Por igual, siguiendo a Schechner, el término se aplica también a otros ámbitos o situaciones: en los entretenimientos, en la tecnología, en el ritual (sagrado y profano), en el juego.

Vemos, pues, que por esos lugares, el término es una especie de sombrilla que cobija, prácticamente, cualquier conducta humana, la conducta animal, el rendimiento de una máquina, la eficacia de un medicamento… y en lo que respecta a lo artístico, performance es cualquier actividad que toque la esfera del arte. Ahora bien, dentro de esas manifestaciones artísticas, hay una disciplina en particular, que es a la que me vengo dedicando, que para que pueda llevarse a cabo precisa que el artista esté presente realizando una acción, en el aquí y en el ahora, con unas matizaciones que veremos más adelante. Esta disciplina se denomina Performance Art. Al termino “Performance” se le pone el apellido “Art”. Esto delimita lo que se trata.

En Latinoamérica, por su parte, no encontramos esa multiplicidad de aplicación del término como en los países de habla inglesa. Sólo lo empleamos para referirnos a lo que ya se mencionó como Performance Art, y en la generalidad de las veces, sólo nos limitamos a decir Performance, porque ya sabemos a qué nos estamos refiriendo.

Puntualizando: En el ámbito de habla inglesa, Performance es un término que se aplica a la acción o comportamiento en ámbitos diversos de la vida, incluyendo el del arte, y dentro de éste se tiene lo que se denomina Performance Art. En América Latina, sólo se le emplea en esa última acepción.
En cuanto al género del término, unos prefieren decir el performance, otros, la performance. Hay quienes prefieren, en cambio, la denominación de acción o arte acción, en vez de la de performance, pero hay quienes la emplean indistintamente. Además, hay quienes emplean ambas formas, pero estableciendo una diferencia: “performance”, en los casos en que el artista participa (está presente), y “acción”, cuando es otro u otros los participantes que echan adelante la propuesta conceptual del artista.

El presente texto no pretende ser un trabajo académico sobre esta disciplina, en el que se aborden los antecedentes, origen y evolución. No, serán unas líneas en las cuales expresaré ciertos puntos básicos que nos permitirán captar mejor de qué se trata el asunto, y a cuya práctica llegué mediante una lenta decantación de lo que me fueron aportando muchas personas en el transcurso de mi vida.
                                                                                                                                                                                    Como muchos de ustedes saben, mi formación artística está arraigada en la Danza. Empecé en la Escuela del Ballet Folklórico Dominicano (posteriormente, Nacional), bajo la tutela de Fradique Lizardo y Nereyda Rodríguez; luego, en el Ballet Santo Domingo, dirigido por Irmgard Despradel y, años después, en el Taller de Danza Moderna, dirigido por Eduardo Villanueva. Por igual, asistí a Ritmos, espacio de danza, dirigido por María Luisa (Marilú) Valdez y Nelia Barletta. Durante todo ese tiempo asistí, simultánea o sucesivamente, a cursos, talleres, seminarios… tanto de Danza como de Teatro, y de áreas relacionadas. Tenía hambre insaciable por saber.

Dirigí durante muchos años el Grupo de Danza de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, aquí en Santo Domingo, donde realicé mis primeras intentos coreografías, pero fue en varias de las ediciones del Encuentro de Coreógrafos Contemporáneos, producidos por la mencionada Ritmos, espacio de Danza, donde lo hice con profesionales de las artes escénicas.

En mis primeras piezas, como es de suponer, estaba influido por mis profesores, mas, al pasar el tiempo, esos visos se fueron atenuando, y fue surgiendo una voz más personal. Amén de conversaciones con amigos y compañeros, en esto tuvo mucho que ver mi participación en el Primer Taller de Integración de las Artes Escénicas, en 1996, impartido por el español Guillermo Heras, quien hoy nos honra una vez más con su presencia. Eso me cambió el mundo. Vi que las cosas podían hacerse de modos diferentes, y ser todos válidos. Mi campo de acción se me ampliaba. Fruto de esto fueron las piezas que presenté en el mencionado Encuentro de Coreógrafos.

Pasarían 10 años, desde la experiencia con Heras, para que me viera ante otro hito en mi vida creativa: En 2006, cursé el Diplomado en Estudios de Performance, coordinado e impartido por la doctora Maja Horn, en la Facultad Latinoamericana de Estudios Sociales (FLACSO), aquí en Santo Domingo. Mis búsquedas creativas se enrumbaron por la senda del Performance.

Haciendo acopio de todo lo aprehendido en mis años de formación conceptualizo y realizo mis primeros performances. Desde entonces, muchas personas me preguntan que qué es eso, y, a veces, ni el nombre les suena. Al tratar de explicarle, he optado por decir algo que no es, poniendo como referente al Teatro. Me explico.

Les digo que en una obra de teatro, en una película o en una telenovela, los que trabajan en ellas representan a alguien, esto es, actúan el personaje que les ha sido asignado. En el Performance, en cambio, el artista presenta una acción. Es el artista mismo, como él, como persona, no como un personaje, que realiza una acción que construye como metáfora.

Además, está el simulacro. En el teatro, nadie se corta, nadie se emborracha. En el Performance, en cambio, cuando un artista se corta, pues, se corta de verdad; si se embriaga, pues, toma alcohol de verdad. Esto así, a menos que el hecho mismo de simular sea parte conceptual de la pieza, y el espectador así lo capta.

El performance es un arte vivo que regularmente se nutre de elementos provenientes de diversos medios, utilizándolos como instrumentos para su gestación. Así, puede recurrir al teatro mismo, a la poesía, a la danza, a la música, a la pintura, la artesanía… pero, no es ninguna de estas disciplinas. Además, puede recurrir a cuantos recursos técnicos y parafernalia le sean pertinentes. Se conjuga todo para darle así forma a la pieza, pero teniendo como soporte principal el cuerpo de artista.

Los temas que abordan son tan diversos, como diversas son las situaciones que ocurren en la vida misma. Cualquier cosa puede ser objeto de un performance. Es tarea del artista conceptualizarlo de modo riguroso, y ofrecerle al público unos códigos claros para que éste pueda hacer la lectura de la pieza. Lectura ésta que no necesariamente tiene que coincidir con lo pensado por el artista. Cada uno mira las cosas dependiendo del bagaje que traiga a cuestas. Asuntos relativos a situaciones personales o familiares, sociopolíticos, de género, de violencia, de gratitud… insuflan vida a la propuesta del artista.

Encontramos artistas que también son activistas de alguna causa, y conjugan ambas cosas en sus proyectos, con resultado artístico aceptable, en unos casos, y en otros, con una lectura bastante directa por parte del público, ya que lo que prima en ellos es que el público se involucre de manera llana con lo planteado, aunque se tenga que sacrificar el valor estético, el valor artístico.

Las piezas pueden tener una duración de pocos minutos o ser, en cambio, performance duracionales, esto es, que se extienden por horas, días, semanas, meses e, incluso, años. Ser realizados bajo techo, o en exterior, haciendo suyos los parques, calles, plazas comerciales, ríos, playas, cementerios, montañas… en fin, cualquier lugar que se avenga al tema tratado.

Sea cual sea el sitio en que se hagan, un factor a tener en cuenta, es el público. Éste puede asistir respondiendo a una invitación personal o a una convocatoria abierta; o puede ser un público cautivo; o, al artista irrumpir en algún lugar, los allí presentes constituirse en público; o, si es en una calle, los transeúntes convertirse en tal.

Sole Fermín, Penitencia (2013). Proyecto Hello Krisis   
Las imágenes que vimos a velocidad rápida al principio son todas performances en el sentido amplio que les dan los anglosajones. Entre ellas se encuentran algunas de Performance Art, y otras, que sin serlo, podrían, de entrada, hacernos creer que sí lo son. Uno como espectador no sabe a ciencia cierta si son una cosa o la otra. En estos casos saber el nombre y trayectoria de quien lo realizó o planificó podría ayudar a dilucidar esto, como también, y de manera preponderante, conocer por qué llevó a cabo tal acción. Con esto último nos referimos a la intención. Por ejemplo, cargar una cruz puede ser el medio que elija una persona cualquiera para, simplemente, protestar por cualquier necesidad del momento, sin que esté pensando que eso es arte; o, por el contrario, quien carga ese objeto puede hacerlo, tal como lo realizó la artista puertoplateña Sole Fermín, como una metáfora con fines estéticos, con la intención de hacer una propuesta artística.

A seguidas veremos y comentaremos imágenes de documentación fotográfica de algunas piezas de 9 artistas, que ilustran puntualmente las cosas a las que me he referido en el texto. Empezaremos con los artistas del patio:

Eliú Almonte (San Francisco de Macorís,1970). Artista multidisciplinario. Vive y trabaja en Puerto Plata. Veremos la documentación y comentaremos estas dos piezas:

  ● Monsanto Smoothie (2013). Festival Internacional de Performance de Miami 

 ● Rudo Nerusununguko (2015) [“Paz y amor”, en lengua shona]. Goethe Institute, Harare /                     Zimbabwe


Lina Aybar (Santo Domingo, 1970). Con formación en artes visuales. Inició su carrera en el Performance en 2006. Veremos la documentación de dos de sus piezas:
● 70% (2011). Realizado el Día Internacional del Agua.  










● Hecha tiras (2006)





















Sayuri Guzmán (Santo Domingo, 1976). Estudió Historia del Arte, y empezó a trabajar en el Performance en 2006. Haremos referencia a dos de sus piezas:
● Para entender el vacío (2014). Arte de Incertidumbre, Festival Internacional de Performance 














 ● Postración (2015). Realizado en el Festival Internacional de Performance INDEX


















David Pérez Karmadavis (Santo Domingo, 1976). Artista multidisciplinario, desarrolla su obra en los campos del performance, pintura, dibujo, grabado, cerámica y video. Reside y trabaja en Guatemala. De él veremos dos de piezas:       
● Al tramo izquierdo (2006). Realizado dentro del proyecto “La ruta de la Performance”
 ● Estructura completa (2010). Pieza participante en el XXIII Concurso de Arte Eduardo León              Jimenes. (MENCIÓN DE HONOR)  









                                                                                

Jochi Muñoz (San Francisco de Macorís, 1954). Veremos dos de sus piezas:
● 12 mujeres doblando 12 pantaloncillos durante 127 minutos (2012). Festival internacional de          Performance INDEPENDENCE.DO 

           ● Duarte, después de Zhang Huan (2016). Festival Internacional de Performance                       INDEPENDENCE.DO

Francis Taylor (Santo Domingo, 1972). Con formación en teatro, desarrolla su obra de Performance (aunque no con la asiduidad que nos gustaría verlo), en paralelo con sus labores en el activismo LGBT y en las de políticas públicas en el área de drogas. Veremos de Francis:
 ●  ...aún la nave del olvido… (2011, 2012 y 2014) 
● Punto de cruz (2009). XXV Bienal Nacional de Artes Visuales, Santo Domingo


                                                                                                                                                         

































Los próximos tres artistas son  de tres puntos de América Latina:                                                           
Regina José Galindo (Ciudad de Guatemala, 1974) nace en la Ciudad de Guatemala donde reside y trabaja. Es una artista visual especializada en Performance Art, y autora de textos poéticos. Su trabajo explora las implicaciones éticas de las injusticias sociales, relacionadas con discriminación racial, de género y abuso de poder. Veremos dos piezas:
● El peso de la sangre (2004). Plaza Central, Ciudad de Guatemala












 Looting (2010). Comisionado y producido por House der Kulturen der Wetl. Berlín


















Lorena Wolffer (México, 1971) es una artista y activista cultural mexicana. Su obra, en general, es de denuncia y una muestra para concientizar sobre la situación real de la mujer, por lo que aborda la violencia de género, los estereotipos femeninos y los prejuicios sociales. Comentaremos estas dos piezas: 
● Evidencias (2010). (Instalación expuesta en varios museos de Ciudad México) 
● Muros de réplica (2010)


































Juan Montelpare (Valcheta, Argentina, 1979). Estudió teatro, títere, artes plásticas y artes visuales. Trabaja en diferentes medios y disciplinas como performance, composición e intervención urbana, dibujo, pintura, instalaciones, fotografía, teatro, títeres, video documental entre otras. Autor de textos teatrales y de performance. Haremos referencia a dos de sus piezas:
●  Suave caricia de ciudad (2015). Forma y Sustancia, Festival Internacional de Performance. San Salvador, El Salvador
●  De la serie “Formas de amar” (2014). Lugar Común, Encuentro Internacional de Performance en la Mitad del Mundo. Quito


Luego de haber visto y comentado este muestrario de piezas, concluiré señalando algunas de las ideas que, en lo personal, tengo en mente en mi proceso creativo. Como todos sabemos, el arte existe para comunicar una verdad. La cantera de la que me nutro para decir esa verdad está en mi biografía. Parto de mi cotidianidad actual o pasada (o de la de mi familia, mis amigos o mis allegados), de la cual tomo un hecho cualquiera, el que descontextualizo, fragmento, sobrevaloro en parte, desestimo en otra, recompongo, para, finalmente, ofrecer mi versión personal del mismo.

El resultado es una obra estructurada de modo que no se quede como mera regurgitación de lo personal (lo que en definitiva sólo a mí interesaría), sino, de forma que el espectador tenga varias opciones de lectura. Puede que no comprenda de inmediato el porqué de esa cosa por mí presentada. Lo que espero es que se marche a su casa con el gusanillo de la interrogante, y que, eventualmente, pueda extrapolar lo planteado en la obra, a planos alejados de lo meramente personal del artista. Esto es válido tanto para el Performance como para la Danza.

¡Buenas tardes, y muchas gracias por su atención!