Este nombre está tomado de una frase de una carta escrita por mi abuela materna, Nidia Isabel, desde Matanzas, Rep. Dominicana, en fecha 8 de agosto de 1916, a su entonces novio (y posterior esposo), Fernando Eduardo, donde le da cuenta de su placer de haber visto el mar por vez primera.
jueves, 29 de abril de 2010
viernes, 23 de abril de 2010
Las nuevas tendencias en la danza. Entrevista a Jochi Muñoz, por Merybell Reynoso
Las preguntas fueron contestada vía electrónica a inicios de este mes de abril, y nada más apropiado que el tema de la entrevista: las nuevas tendencias en la danza, debido a que, precisamente, este mes se le ha dado en llamar Mes de la danza, ya que el día 29 del mismo está declarado por la UNESCO como Día Internacional de la Danza, fecha elegida por ser el natalicio de Jean-Georges NOVERRE (París, 29 de abril de 1727 – Saint-Germain-en-Laye, 19 de octubre de 1810), bailarín, profesor, coreógrafo, teórico y escritor francés, quien es considerado el más grande renovador del ballet.
¿Cuáles son las últimas tendencias en el área de la danza?
“Danza” es un término muy amplio, que incluye una serie de manifestaciones en las que el cuerpo, más bien, el movimiento, es la materia prima. En todas las sociedades se da el fenómeno de la danza, llegando a ocupar un lugar preponderante en muchas de las actividades que se llevan a cabo: en lo mágico-religioso, en lo festivo, en lo «artístico» (así, entre comillas para significar lo considerado como danza académica). Por tanto, al hablar de últimas tendencias, habría que delimitar la pregunta a cierto sector de los hacedores de danza. (Esto se amplía y precisa al contestar la pregunta siguiente).
¿Cuáles elementos influyen en la creación de nuevas tendencias?
Los estudiosos de la cultura han hecho una clasificación en tres rublos, de los conocimientos que el hombre posee: 1) cultura tradicional (cultura folklórica), 2) cultura popular (cultura de masa, mass media, cultura populista), y 3) alta cultura (cultura académica).
Así, al hablar de «creación de nuevas tendencias», hay que precisar en qué nivel o tipo de cultura se presentan esos cambios. En la cultura tradicional o folklórica, priman los conocimientos empíricos, tradicionales, orales, y los cambios que tienen lugar se presentan muy paulatinamente, a lo largo de muchos años, y el aceptar o no los mismos, e integrarlos a su cuerpo de conocimientos, es prerrogativa de los integrantes de la comunidad en que el hecho se da.
Por su parte, en la cultura académica (que en cierto sentido, estaría en el lado opuesto de la folklórica) prima lo académico, lo letrado, lo contemporáneo, lo científico. Los cambios que ocurren son fruto del devenir del desarrollo mismo de la ciencia, y de la madurez del pensamiento de intelectuales y artistas. La creación de nuevas tendencias no se sujeta estrictamente a la moda del momento.
Finalmente, quise dejar para último lo referente a la llamada cultura popular, que es la cultura en la que todos estamos envueltos, en la que nos movemos en el día a día, en la que tienen lugar todos los fenómenos de masas, en la que prima estar al último guay de la moda… Este tipo de cultura está sustentado por los medios de comunicación de masas de acuerdo al mundo tecnificado, la moda y el comercio, y que tiende a avasallar (a influir, a alterar, a permear…) a las otras dos (la folklórica y la académica).
En esta cultura de masas se incluye todo aquello que es producido para el pueblo e impuesto como moda (manipulando el gusto, muchas veces): los cantantes del momento; la música ligera para pasar el rato; las películas a las que vamos para pasar el rato; las revistas de entretención; las telenovelas; los objetos de plásticos; la comida rápida… y, por supuesto, todos los diferentes bailes que tanto gustamos, ya para practicarlos en fiestas, ya para verlos en show artísticos de variedades.
Me parece puntual lo que el especialista en obra artes visuales, M. Sanabria, señala al referirse a la exposición Hábitos, de la artista mexicana Ana Gómez, de la que dice que en ella se traslucen tres ideas que conforman la sociedad actual: «El consumo como sinónimo de felicidad. Lo desechable como sinónimo de modernidad. La adopción de hábitos nuevos como una ilusión de progreso.»
¿Qué le motivó a incursionar en la misma, fue parte de su proyecto de vida, se vio alguna vez interrumpida?
Desde pequeño estuve ligado a las artes. Quería hacer arte, mas no sabía a ciencia cierta qué. Así, me inscribí en la Escuela de Bellas Artes de mi pueblo natal, San Francisco de Macorís, en donde estuve en clases de música (cursando las materias de lectura musical, las teóricas, y, por supuesto, la práctica de instrumentos, siendo mi rendimiento en estos -piano y violín-, pésimo. También fui integrante del coro). Por igual, pasé un corto tiempo en clases de arte escénico (teatro) y de artes plásticas.
En danza, no. Los prejuicios sobre que un varón hiciera eso, así lo determinó. Mi incursión en la misma ocurrió ya adulto. Primeramente, practiqué la danza folklórica, en la escuela de Fradique Lizardo; luego, ballet, en la academia de Irmgard Despradel; más adelante, danza moderna, con Eduardo Villanueva, y, posteriormente, tomé clases de danza contemporánea, en el centro Ritmos, espacio de danza (actualmente, Ecos, espacio de danza). Se sucedieron, con el correr del tiempo, una serie de cursos y talleres en varios aspectos de las artes escénicas, y más recientemente, del Performance Art.
Una vez involucrado en la danza, nunca he interrumpido su quehacer. Actualmente me dedico a la docencia y a la creación coreográfica. Y, paralelamente, al Performance Art (que no es ni danza ni teatro, como apuntaré más adelante).
¿Diría usted que los procesos sociales influyen en la creación de nuevos estilos artísticos?
Definitivamente, sí. Todo bien cultural vigente en una sociedad no existe independientemente de su entorno. Esto es, todo elemento cultural, y lo danza lo es, es parte de un engranaje total que determina que una sociedad sea de una forma y no de otra. Si mueves un elemento, se tambalean todos. Ojo, no es que todo se destruirá, sino que repercutirá en todos los demás. Podríamos decir que esa situación hace que una sociedad respire, y saque a relucir ese gran don que posee: su capacidad para el cambio. Las comunidades no son estáticas, sino que están sujetas a una dinámica de cambios.
Lo cuestionable de esos cambios es que muchas veces son impuestos, y no frutos de una autodeterminación de los miembros de ese conglomerado.
¿De qué adolece la danza dominicana? ¿Este mal o males afectan los procesos de innovación de la misma?
Merybell, aquí habría también que precisar a qué danza te refieres, si a la folklórica (a la auténtica, a la que se practica en las comunidades folks, no a la hecha por los grupos folklóricos que bailan en shows), a la popular (y aquí incluyo a la urbana o de calle), o a la académica (ballet, danza moderna, danza contemporánea, jazz…).
De la folklórica, te diré que muchas de las mismas han ido languideciendo, hasta su total desaparición; otras, por su parte, se han ido deturpando, esto es, deformando debido a que sus actuales cultores han perdido, en muchos casos, la línea que le unían al pasado. Esto, debido a que ya las mayorías de las comunidades folks no están tan aisladas como en el pasado, y a que muchos de sus miembros han vivido fuera de las mismas y ya no se empeñan en conservar su acervo con el mismo celo que sus mayores.
Con la danza popular, no hay tal preocupación de que se pierda, ya que la misma es, por lo general cuestión de moda; algunas de más larga duración que otras. En lo que atañe, específicamente, a los bailes de calle, recordemos que estos son las manifestaciones de grupos reprimidos de la sociedad, que encuentran en su práctica una manera de identidad grupal. Son, de hecho, parte de la sub-cultura (uso este término no en sentido peyorativo) de un conglomerado particular, pero por el impacto mismo de su ejecución, y por el impulso que le dan los medios de comunicación, vienen haciendo ola entre la juventud. Pero muchos de los que por moda practican y gustan de esos bailes, no forman parte del grupo que los originó, y por tanto son ajenos a las preocupaciones sociales que les dieron origen.
En lo que atañe a las danzas académicas, el asunto tiene sus matices particulares. De todas ellas, el ballet es el que tiene mayor aceptación y respaldo del público, por los menos en cuanto a número de alumnos y a la asistencia a los espectáculos, los que tienen el apoyo de los familiares de esos estudiantes. El jazz tiene también buena aceptación en cuanto a la matriculación. No así los casos de la danza moderna (que creo que en la actualidad nadie la ofrece) y de la contemporánea. Los artistas y creadores de estas últimas modalidades, tienen que hacer de tripas corazón para poder llevar hacia delante sus proyectos. Es cierto que tienen un grupo fiel de seguidores, pero ambos tipos son, en cierta forma, las grandes desconocidas de la danza en nuestro país, ya que la mayoría de las personas no saben de qué se habla cuando se mencionan esos nombres, confundiéndolos con los bailes de moda que se practican en las discotecas o en los shows de televisión. Además, la carencia de profesores en el área, hace que el entrenamiento de los practicantes de las mismas no se desarrolle al máximo.
Un hecho muy preocupante, es el del destino de las egresadas (hasta la fecha sólo han sido mujeres) en danza contemporánea de la Escuela Nacional de Danza (ENDANZA). Tras cursar sus siete años de estudios, se encuentran que no hay plaza de trabajo en el mercado, y tienen que dedicarse a “picotear” en espectáculos populares, a impartir clases, o realizar cualquier otra actividad ajena a su formación. De igual modo, al no continuar con su entrenamiento diario, se pierde lo logrado en todos sus años de formación. Es un asunto que las autoridades competentes del Ministerio de Cultura debieron tener previsto mucho antes de haber salido la primera promoción de bailarinas. Se debió haber creado una Compañía Nacional de Danza Contemporánea, con el mismo status y privilegios que tiene el Ballet Clásico Nacional.
Pero en todos los casos, se presenta un hecho que hay que subsanar a como dé lugar, y es la falta de reflexión de los bailarines, creadores y profesores en torno a las problemáticas de esta disciplina. Falta leer, ver, estudiar, asistir a los espectáculos de danza, a los conciertos, a las exposiciones de artes plásticas, al cine… y luego, y siempre, reflexionar y hablar de esas experiencias, contrastando criterios, lo que nos llevará a ampliar nuestra visión del mundo, en general, y de la danza, en particular.
¿Cree usted que los nuevos movimientos urbanos marcarán la pauta o tendencia en este magno ejercicio artístico, o, por el contrario, se mantendrá la estética de los bailes clásicos?
En la actualidad asistimos a una difuminación de las fronteras entre las distintas manifestaciones artística, de suerte que hay piezas que uno no puede catalogar de una cosa u otra, y cabrían en ambas. ¿Esta pieza es una danza o una obra de teatro? El creador se mueve entre los géneros según la conveniencia para expresar lo que desea. Por igual, puede tomar elementos tanto del folklore, de la cultura popular (mass media), como de la llamada alta cultura, y conjugar cada cosa de un particular modo para lograr la creación de su pieza.
Ahora bien, si esta pregunta lo que pretende es indagar si la música y los bailes de calle o urbanos marcarán la tendencia de la danza, a mi modo de ver, la respuesta es sí y no.
Recordemos que los bailes de calle nacen por algo gestado internamente en ciertos sectores de la sociedad, y que corresponden a su particular dinámica interna, la cual es intransferible a otros sectores de la sociedad. Se podrá copiar todo lo externo (los gestos, la vestimenta, el modo de moverse…), pero lo que originó tales elementos culturales y el sentir de sus practicantes, no. Es sabido que muchos de los bailes urbanos de moda en nuestro país, nacieron en calles de ciudades norteamericanas.
Naturalmente, que el impulso que la industria del entretenimiento le ha dado a esas manifestaciones musicales y danzarias, ha hecho que las mismas hayan explosionado, prácticamente en todo el mundo.
Sin dudas, que muchos creadores académicos no son inmunes al constante bombardeo de los medios, y se ven tentados a apropiarse de esos elementos (y de otros más), e integrarlos a sus propuestas. En este punto sólo puedo decir, que cada artista sabrá qué tomar, qué dejar, dependiendo de su grado de compromiso con el arte, de qué desean plantear en sus obras, al margen de las veleidades que el medio les ofrece.
Se observa cierta hegemonía en la danza a nivel internacional, cosa que algunos podrían acusar a la globalización de la cultura, la poca diversidad y la falta de conservación del acervo cultural. ¿Cómo se podría vencer o conservar la identidad cultural en el área de la danza?
Ahora bien, si esta pregunta lo que pretende es indagar si la música y los bailes de calle o urbanos marcarán la tendencia de la danza, a mi modo de ver, la respuesta es sí y no.
Recordemos que los bailes de calle nacen por algo gestado internamente en ciertos sectores de la sociedad, y que corresponden a su particular dinámica interna, la cual es intransferible a otros sectores de la sociedad. Se podrá copiar todo lo externo (los gestos, la vestimenta, el modo de moverse…), pero lo que originó tales elementos culturales y el sentir de sus practicantes, no. Es sabido que muchos de los bailes urbanos de moda en nuestro país, nacieron en calles de ciudades norteamericanas.
Naturalmente, que el impulso que la industria del entretenimiento le ha dado a esas manifestaciones musicales y danzarias, ha hecho que las mismas hayan explosionado, prácticamente en todo el mundo.
Sin dudas, que muchos creadores académicos no son inmunes al constante bombardeo de los medios, y se ven tentados a apropiarse de esos elementos (y de otros más), e integrarlos a sus propuestas. En este punto sólo puedo decir, que cada artista sabrá qué tomar, qué dejar, dependiendo de su grado de compromiso con el arte, de qué desean plantear en sus obras, al margen de las veleidades que el medio les ofrece.
Se observa cierta hegemonía en la danza a nivel internacional, cosa que algunos podrían acusar a la globalización de la cultura, la poca diversidad y la falta de conservación del acervo cultural. ¿Cómo se podría vencer o conservar la identidad cultural en el área de la danza?
Merybell, las personas no deben pretender negar lo que el medio, esto es, la sociedad de consumo, da por sentado como el estilo de vida que todos deben seguir. Craso error, porque se tiene la lucha perdida de antemano. Una vía sana para no morir en el intento, es sopesar qué cosas ofrece este tipo de cultura; qué de bueno (porque cosas buenas las hay) puede tomar sin traicionar sus convicciones y valores; qué desestimar porque no se esté dispuesto a traicionar lo que se crea; y, así las cosas, mediar con ello.
Sabemos que los coreógrafos y bailarines de espectáculos populares (al margen de lo que particularmente puedan pensar) responden a las exigencias que el mercado espera: «Producir shows bonitos que complazcan a una masa de espectadores, para que boten el golpe y no piensen nada más allá de lo que la magia y el oropel del teatro pueda ofrecerle.» Lo que lleva aparejado, por supuesto, devengar las grandes sumas de dinero que los productores, no siempre los bailarines, obtienen.
En nuestro país han venido proliferando una serie de espectáculos que, unos más otros menos, presentan una factura adecuada, con bailarines, actores, cantantes y músicos con oficio, con recursos escenográficos puestos a su favor…, pero que son copias del teatro propio de otras latitudes. Todo hecho con tal minuciosidad para que el público no cuestione nada de lo que ve, y se mantenga dentro de esos cánones estéticos y conceptules, y piense que ese en el teatro. Y, naturalmente, como son fenómenos de masa, los patrocinadores comerciales les apoyan, porque todo esto responde a este juego de la sociedad de consumo que ya hemos mencionado.
Hay que estar claro, Merybell, el público siempre ha gustado de este tipo de espectáculo, y los seguirá haciendo. No hay por qué emprenderla contra ellos, satanizándolos, sino, viéndolo como un medio de subsistencia de muchos, artistas y técnicos teatrales, mismos que muchas veces son los que trabajan en proyectos de mayor compromiso artístico, en los que con otro lenguaje, se resaltan otros valores de la condición humana.
Sin ánimo de sonar a cliché, ¿qué palabras alentadoras les daría a futuros aspirantes o a los que ya ejercen la danza como oficio, que encuentran en la sociedad dominicana un marco estrecho de proyección profesional?
Sabemos que los coreógrafos y bailarines de espectáculos populares (al margen de lo que particularmente puedan pensar) responden a las exigencias que el mercado espera: «Producir shows bonitos que complazcan a una masa de espectadores, para que boten el golpe y no piensen nada más allá de lo que la magia y el oropel del teatro pueda ofrecerle.» Lo que lleva aparejado, por supuesto, devengar las grandes sumas de dinero que los productores, no siempre los bailarines, obtienen.
En nuestro país han venido proliferando una serie de espectáculos que, unos más otros menos, presentan una factura adecuada, con bailarines, actores, cantantes y músicos con oficio, con recursos escenográficos puestos a su favor…, pero que son copias del teatro propio de otras latitudes. Todo hecho con tal minuciosidad para que el público no cuestione nada de lo que ve, y se mantenga dentro de esos cánones estéticos y conceptules, y piense que ese en el teatro. Y, naturalmente, como son fenómenos de masa, los patrocinadores comerciales les apoyan, porque todo esto responde a este juego de la sociedad de consumo que ya hemos mencionado.
Hay que estar claro, Merybell, el público siempre ha gustado de este tipo de espectáculo, y los seguirá haciendo. No hay por qué emprenderla contra ellos, satanizándolos, sino, viéndolo como un medio de subsistencia de muchos, artistas y técnicos teatrales, mismos que muchas veces son los que trabajan en proyectos de mayor compromiso artístico, en los que con otro lenguaje, se resaltan otros valores de la condición humana.
Sin ánimo de sonar a cliché, ¿qué palabras alentadoras les daría a futuros aspirantes o a los que ya ejercen la danza como oficio, que encuentran en la sociedad dominicana un marco estrecho de proyección profesional?
Los consejos no se dan; es pretencioso hacerlo. Pero ya que lo preguntas, diré un par de cosas, con la salvedad de que no son consejos, sino herramientas para poder hacer lo que nos proponemos con una mayor seguridad y verdad en el oficio. Además, lo que diré se aplica, no sólo a la danza, sino al cualquier quehacer del hombre y la mujer: Hay que leer, leer, y leer. Y este leer, yo lo amplio al ver, ver y ver: teatro (no sólo musicales y comedias ligeras, sino también obras de mayor peso); danza (no sólo el tipo que me gusta y practico, sino todo tipo); exposiciones de artes visuales; cine (no sólo las pelis para botar el golpe), y todo esto en pro de una cosa: tener referentes, y para un artista esto es fundamental, para evitar quedarse en el cliché de las creaciones e interpretaciones.
Usted mencionaba el Performance, una nueva tendencia que busca transmitir al público, algo experimental, que tiene cierto caudal de influencia dadaísta. ¿Es aceptado por el público? De ser así, ¿cómo se verá transformada la perspectiva tanto del artista como del asistente a la presentación?
En el ámbito latinoamericano el término «performance», al igual que el «danza contemporánea», es una especie de sombrilla donde se guarecen una suerte de manifestaciones artísticas, aparentemente disímiles, pero que tienen en común una serie de puntos.
Es necesario puntualizar que en al ámbito anglosajón, de donde nos llega el término «performance», el mismo se emplea para referirse a mil cosas: al rendimiento de un atleta, a las pruebas de efectividad de un medicamento, al resultado de prueba de una maquinaria… amén de emplearlo, también, para designar cualquier tipo de presentación artística, del género que sea.
En el contexto de los países latinoamericanos se emplea con un significado más delimitado: el de señalar un tipo particular de manifestación artística en el que el artista trabaja con su cuerpo, en tiempo real. Ojo, no confundir con el teatro, en el que el artista trabaja también con su cuerpo, pero no en tiempo real, y además, personificando a alguien, o sea, representando a un personaje. En el performance, en cambio, no se representa, sino que se presenta una acción determinada hecha por un artista, siendo él mismo, esto es sin representar un personaje.
Además en el teatro se recurre al uso de utilería y mecanismos que contribuyen a que lo que se haga sobre la escena cree la ilusión de que es verdadero, y el público también contribuye a ello al aceptar de antemano las convenciones del teatro de que lo que allí ocurre está ocurriendo realmente (dentro de la realidad teatral de la que se hace cómplice).
En el performance no ocurre tal cosa. Si un artista tiene que inyectarse, se inyecta, no hace como si se inyectara (caso del teatro); si tiene que hacerse sangrar, se hace una herida para que fluya la sangre; si tiene que deshojar margarita durante horas, pues, deshoja las margaritas durante el tiempo requerido, y no como en el teatro que hay mecanismos para hacer que el espectador sienta el paso del tiempo cuando lo que en realidad hayan pasado sean unos minutos. En fin, que en el performance, el artista presenta la acción, no la representa.
Para precisar que el término se refiere a este tipo particular de arte (y no como lo emplean los anglosajones para designar a cualquier realización), el término en cuestión se hace acompañar de la palabra «Art», así, cuando nos encontremos con la combinación «Performance Art», nos estamos refiriendo a esa particular forma de arte donde el artista está presente, en un lugar determinado y trabajando en tiempo real.
En ocasiones, el público que observa una pieza de Performance Art, no comprende de inmediato de qué va la cosa, esto es, qué quiere significar el que lo realiza. Muchas veces esto es algo buscado por el artista, ya que lo que desea provocar en el espectador, es, justamente, esa sensación de no comprender de inmediato lo que ve, pero que, sin dudas, lo llevará a un posterior cuestionamiento sobre lo visto; lo llevará a confrontarlo con sus vivencias personales, tras lo cual, la pieza presenciada cobrará un particular sentido en cada espectador.
Hay que hacer la observación que lo apuntado en el último párrafo no es una característica sólo del Performance Art, sino de todas las manifestaciones de arte contemporáneo, sea cual sea el soporte adoptado: pintura, dibujo, instalación fotografía, gráfica…, ya que lo que prima en la contemporaneidad es el fondo (lo que se quiere transmitir), y no la forma.
Algunos creadores prefieren el término arte acción en vez del de performance, para denominar sus piezas.
¿Cómo cree que será la danza dominicana del futuro?
Merybell, aquí sólo me limitaré a referirme a la danza escénica (no a la folklórica ni a la urbana), por ser el medio en el que llevo a cabo mi incursión en esta disciplina.
Esta pregunta la vengo escuchando desde mis días de estudiante, hace más de 20 años atrás. Sin dudas, que en 20 años más, si aún estamos vivos, la seguiremos escuchando. Te señalo que en todo caso, nunca será suficiente el pedido que hacemos algunos creadores: falta estudio, investigación, apoyo, recursos y difusión para el desarrollo de la misma. Cada uno de nosotros sabremos en qué proporción podemos aportar nuestra cuota.
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