Con la cadencia de un bolero bailado con mi madre, celebré este Día Internacional de la Danza 2012.
Para la ocasión viaje a mi pueblo natal, San Francisco de Macorís, donde vive mi madre, Gladys Victoria Bones, y enfrente donde estaba la casa en que vivíamos cuando era niño, bailamos uno de los boleros preferidos de ella y de mi fallecido padre, Porfirio Muñoz Núñez: "Dos gardenias", de la autoría de Isolina Carrillo, en voz de Fernando Albuerne. En la acera opuesta, la Iglesia Evangélica realizaba su culto dominical, cuya prédica entraba en diálogo con el bolero que bailábamos.
San Fco. de Macorís, Rep. Dominicana
29 de abril de 2012
(Foto: María Luisa Muñoz)
Pensar en esta acción, me hace sonreir!
ResponderEliminarGracias :D
Gracias por sonreir, Cocco. Me alegro de tus visitas. Un abrazo,
ResponderEliminarHola, este comentario es para avisarte que eres nuestro blog destacado, y que estarás una semana en la portada de Punto Hispano a partir de este día.
ResponderEliminar¡Wao, Ofelia!, qué gratificante notificación me haces. Muchas gracias. Vayan mis saludos desde Santo Domingo,
EliminarEste servidor, habitante de una mierdita de isla de 100 millas de largo diviso por vez primera el Atlantico a los 8 de edad. En mi casa no habia automovil.
ResponderEliminarAhora el mar/oceano me parece bonito, siempre que lo divise desde nuestro tv room, aunque a mi esposa le maraville a 10 minutos de nuestra residencia en Santurce, territorio nacional ocupado por los suyos, al igual que Rio Piedras, Savarona, mi barrio natal.
Por que no regresan a su patria? Total, alla la economia esta mejor...aparentemente...Que se vayan!
El mar, el mar, el mar… antigonum cajan, esa masa informe que nos fascina, y por lo tanto, que nos atrae y repele… que nos une y nos separa; ese mismo mar que usted dice gustar viéndolo desde su TV y que su esposa, en cambio, prefiere verlo “en vivo”, es ese mismo mar que mi abuela materna viera por vez primera en 1916, desde la costa norte de Rep. Dominicana, y que años antes su padre, una tía, su abuela y una tía-abuela, surcaran en su travesía desde Ponce (de donde eran naturales) hasta esta tierra dominicana que les acogió, y en la que echaron raíces permanentemente.
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