El presente texto de Jochi Muñoz fue leído por él, el miércoles 22 de febrero de 2012, en el conversatorio "La historia reciente del performance dominicano", dentro de la programación del Festival Internacional de Performance INDEPENDENCE-DO, 2012. Auditorio del Museo de Arte Moderno, Santo Domingo, Rep. Dominicana. Lecturas de: Geo Ripley, Pascal Meccariello, Jochi Muñoz y Eliú Almonte. Moderador: Amable López Meléndez.
De izquierda a derecha: Pascal Meccariello, Geo Ripley, Amable López Meléndez, Jochi Muñoz y Eliú Almonte
(Foto: José Ramia)
Festival Internacional de Performance INDEPENDENCE-DO, 2012
Museo de Arte Moderno
Santo Domingo, Rep. Dominicana
Miércoles 22 de febrero de 2012
De cómo armar un rompecabezas cuyas fichas o no están o no encajan por ser de otro o, simplemente, porque ni fichas son
I
De cómo quien subscribe comprendió que un comentario de Marily Gallardo es una ficha a encajar
Perpleja, Marily Gallardo, artista dominicana de la escena y PREMIO en la XVII Bienal Nacional de Artes Plásticas, en 1990, y en la XIX, en 1994, en Categoría libre, me hizo la observación que lo que ella hacía a principios de los ´90 nada tenía que ver con lo que hacemos ahora los performeros en ejercicio. Esto me lo manifestó a la salida del panel “Una nueva mirada a la performance”, efectuado en el Auditorio del Museo de Arte Moderno (MAM), el viernes 9 de agosto de 2009, como parte de los eventos teóricos de la 25 Bienal Nacional de Artes Visuales.
Más, aún, la Gallardo se extrañaba de que en el panel no se hubiese tocado lo referente a, en sus palabras, “¿qué pasó que las cosas cambiaron?”, y desilusionada se preguntaba “¿por qué no se reflexionó en torno a ello?”. Vale señalar que esta artista está alejada del quehacer del performance, desde hace años, y dedicada a su oficio de bailarina, coreógrafa, profesora, investigadora de los aportes afro a nuestra cultura, encaminando todo esto, en los últimos años, a la gestión cultural de un proyecto que desarrolla en la comunidad de Los Mercedes, próxima a Villa Mella.
En el evento citado, intervinieron como panelistas Dionis Figueroa, artista plástico y performero dominicano residente en Puerto Rico; Geo Ripley, artista multifasético; Clara Caminero, historiadora del arte y, a la sazón, curadora del MAM y Sayuri Guzmán, también historiadora del arte, artista del performance y PREMIO de esa Bienal. La moderación estuvo a cargo de Amable López Meléndez, crítico de arte y Curador del MAM.
En su intervención, el señor Figueroa, se dedicó a señalar la diferencia entre el quehacer teatral y el del Performance Art. Se alinea, sin dudas, en la radical posición que al respecto tiene el venezolano Carlos Zerpa, performero e investigador, quien de manera lacónica, tajante, taxativa, lapidaria, asevera que “el Performance NO es teatro”.
Geo Ripley, por su parte, hizo un recuento de su desempeño como artista del performance, de más de tres décadas.
Clara Caminero y Sayuri Guzmán, quienes conforman el proyecto de curaduría independiente Arte-estudio, presentaron en conjunto una ponencia historiográfica en la que trataron, en su primera parte, sobre los artistas fundamentales que incursionaron en el performance desde los años ´60 a los inicios de los ´90, entre los que señalaron a Soucy de Pellerano, Silvano Lora, Orlando Menicucci, Yi-Yoh Robles, y los ya mencionados, Dionis Figueroa y Geo Ripley.
En la segunda parte de su intervención, se refirieron, específicamente, a nueve artistas en pleno ejercicio, de los cuales conocen bien sus propuestas porque han participado en eventos organizados por su colectivo. Estos son: David Pérez Karmadavis, Fermín Ceballos, Sayuri Guzmán, Lina Aybar, Citlally Miranda y José Pión (que por lo general trabajan juntos en sus propuestas de performance y/o arte sonoro, aunque siguen carreras independientes al trabajar en otros medios), Francis Taylor y Jochi Muñoz.
En el turno de las preguntas y comentarios por parte del público, Miguel Ramírez, artista plástico, performero, actor, y PREMIO en la 25 Bienal (y en otras anteriores), señaló que en su ponencia Caminero y Guzmán no realizaron un análisis a consciencia de la evolución del Performance, y que omitieron nombres con méritos para haber sido incluidos. Es decir, que faltaron fichas (esta expresión la digo yo).Tal es el caso, señaló Miguel, de Marily Gallardo.
Esto nos lleva al inicio del presente texto, cuando la Gallardo, perpleja y llena de dudas, me comentó lo ya señalado.
II
De cómo quien subscribe llegó a eso que se llama Performance, y que casi nadie sabe qué carajo es
Corría el año 1981 cuando por vez primera me vi participando en algo que se denominaba performance. En efecto, Geo Ripley cursó una invitación al Ballet Folklórico Dominicano, dirigido por Fradique Lizardo, para que varios de sus integrantes participaran en la pieza Símbolos sincréticos que presentaría en el programa televisivo “El gordo de la semana”, conducido por Freddy Beras Goyco, en Color Visión, canal 9.
Durante la realización de la pieza Geo fungía de narrador, mientras, Juan Valoy pintaba sobre un gran papel extendido sobre el suelo, a modo de lienzo (que ahora me hace pensar en el action painting, de Pollock y en las Antropometrías, de Klein), a la vez que los bailarines evolucionábamos con movimientos libres, improvisados sobre el soporte, lo que hacía que lo pintado por el artista se fuera modificando. En un momento, Geo empezó a pintarnos el cuerpo, y, luego, también nosotros lo hicimos unos a otros. Enriquecedora experiencia para mí, en ese entonces, y de grata recordación, en éste.
Durante las décadas de los '80 y '90, en el imaginario del público estaba presente esta forma de hacer performance que, por lo general, involucraba a artistas de la danza, a teatristas, a músicos (generalmente, percusionistas), y en los casos en que autor del mismo fuera pintor, éste, por supuesto, tenía un rol predominante, como en el caso de la pieza de Ripley ya citada. Y en casi todos los casos que recuerdo, tenían un marcado carácter espectacular.
Se dio el caso de un grupo de amigos, tanto estudiantes como recién graduados de teatro, que crearon una serie de “performance” sin que intervinieran pintores, aunque, en ocasiones, fueron preparados a pedido de estos para ser realizados la noche inaugural de sus exposiciones pictóricas. Lo creado, como cabría suponer, estaba muy apegado a la formación teatral, y en ocasiones, dancística, de sus creadores y/o ejecutantes. Entre estos jóvenes, recordamos a: Bethania Rivera, Loraine Ferrand, Francis Taylor y Juancito Rodríguez, entre otros. En la actualidad, los cuatro se dedican al teatro, mas, Loraine ha estado involucrada, también, en algunas acciones performáticas, y sólo Francis, se ha planteado ser, a la vez, artista del teatro y artista del Performance Art.
El resultado de lo creado por ellos, eran piezas a las que se les podía aplicar, sin dudas, el término performance en el sentido amplio dado al mismo en el ámbito anglosajón, por ser una representación artística; mas, no en el sentido de lo que se conoce fuera de ese entorno geográfico, como Performance Art o arte de acción. Esto es, algo que, además de ser en vivo, ocurra en un lugar y tiempo presente (en el ahora), y que, sobre todo, en el que no se represente una cosa, sino, que se presente.
Volviendo a la obra de Marily Gallardo, a la de Bienal de 1990, y que tuviera como co-creadora a la artista canadiense Marlen Saint-Pierce, ésta fue el resultado de muchas horas de entrenamiento corporal y ensayos. Exploraron el uso del espacio, el manejo de la energía, la interacción de los cuerpos y el manejo del peso. A mi entender esta pieza es, también, un performance en el mencionado uso del término entre los anglosajones. Esto es, representación artística; danza en éste caso; no performance, en el sentido de Performance Art o arte de acción.
III
De cómo quién subscribe echa de menos no tener a la mano las fichas precisas que le permitan tener una panorámica del desarrollo del performance, y de cómo se rompía, literalmente, la cabeza (pero desistió) pensando en cuándo ocurrió el clic que hizo que lo que hacen ahora los performeros nada tenga que ver con lo que hacía Marily en los ´90
En la vida todo es un continuo; una serie de eventos que se solapan unos a otros, que conviven un tiempo, manteniéndose algunos por un lapso considerable; que languidecen algunos, para luego reavivar su llama y mantenerse o desaparecer lenta o rápidamente, y que dan paso a otros tantos. Por ende, no es posible fijar un hecho o un momento preciso como el final o el inicio de cualquier época, fase o movimiento.
Jochi Muñoz (Foto:José Ramia)
Por tanto, no es posible considerar que bastó un solo clic para que los performeros que ahora “hacen cosas diferentes a las que hacía Marily” hayan surgido en el ámbito artístico dominicano.
Lamento, realmente, que no dispongamos de una historiografía completa del performance, sin la cual no es posible saber a ciencia cierta quiénes hicieron cosas, en qué año, con quiénes trabajaron, qué temas abordaron, qué formación tenían esos artistas…, y a partir de lo cual insertar ese quehacer en el panorama cultural y social de nuestro país, y poder, así mismo, contrastarlo con lo que se hacía en otras latitudes. Sin conocer esa historiografía, al intentar hablar de algo o alguien, se producirán omisiones o se incurrirá en imprecisiones que entorpecerían un proceso de análisis concienzudo.
Además de Soucy, Silvano, Geo, Orlando, Yi-yoh, y, posteriormente, Miguel Ramírez, Ingrid Madera, Charo Oquet, Raúl Recio…, hay que saber quiénes más incursionaron en la disciplina. Comprobar si algunos de ellos hacían también cosas diferentes a las que hacía Marily. Recordamos a Silvano, quién además de la realización de sus murales efímeros (que él, llamaba “procesos creativos”), ocasión en que se hacía acompañar de percusionistas y bailarines, realizó también acciones alejadas de ese despliegue escénico que involucraban estos, tal como la realizada el 30 de enero de 1992, cuando se embarcó en el río Ozama, junto con otra persona en sendos cayucos, para acercarse a las réplicas de las tres carabela de Colón que, con motivo de las celebraciones del “V Centenario del Descubrimiento y Evangelización de América”, habían arribado a nuestro puerto. Silvano no fue indiferente ante este hecho, y llevó a cabo tal acción en protesta ante esta efeméride.
El caso también de Orlando Menicucci, del que no tengo el dato preciso, sólo una vaga referencia, pero que lo traigo a colación para que él mismo, u otros, aporten los detalles pertinentes. Se trata de la acción que realizó en sus días de estudiante, en la hoy Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, c. 1970, en Santiago, en la que utilizó un marco, tras el cual accionaba.
He de señalar, que ya en los ´60, en EE. UU. se hacían cosas con las que se emparentan mucho de lo que hacen los performeros, actualmente, en nuestro país. El mayor énfasis puesto en el concepto, como ocurre en las nuevas tendencias no pictóricas, al parecer fue tenido en cuenta por aquellos artistas (de la plástica o no) interesados en trabajar con su cuerpo. Así, todo ese carácter espectacular de las piezas, esto es, la conjunción de danza, música, actuación, el empleo de parafernalia llamativa, el accionar mismo del pintor…, no prendió entre una parte de los performeros de nuestro país, a favor de una obra más recogida, más contenida, por así decirlo, donde el artista “sacrificaba” todo ese despliegue de recursos humanos y de efectos teatrales, en pro de una destilación del concepto per se.
No fue que lo que hacía Marily cambiara con el tiempo, que deviniera en algo diferente, sino, que es otra cosa, otra manera de accionar, otra manera de jugar al performance. Antes, durante y después de Marily, sí se hacían esas cosas diferentes a la que ella hacía. Y tan válida es una manera como la otra.
Se hace perentorio que las personas con investigaciones en el área, ya hechas o a medio hacer, las den a conocer, como también, aquellas que poseen un acervo valioso de información en sus cabecitas (fichas), las compartan por el medio que sea.
Dicho esto, señalo algo que para mí fue fundamental. Con la llegada del Internet, nos embarcamos en la aventura de estar en contacto con acontecimientos de los que sólo teníamos referencia por los escasos medios impresos o grabaciones que encontráramos o por referencias orales de algún amigo o conocido. Aún recuerdo los pedidos en préstamo de mis amigos de un VHS (bastante mal grabado, por cierto) que poseía, con fragmentos de algunas de las piezas de Pina Bausch, la alemana creadora de la danza-teatro. Ahora, podemos acceder a casi todo su repertorio colgado en Youtube. Y lo mismo ocurre con la documentación de los performance históricos.
IV
De cómo quién subscribe va a dedicar los escasos minutos que le restan para armar las fichas de lo que en realidad Eliú le solicitó: El estado actual del performance en la Capital
Sin dudas, que desde ese 1981, en que participé en la pieza de Geo (mi bautizo en el performance), han pasado cosas positivas en el devenir de la disciplina. Entre ellas, la abolición, en 2003, de la horrorosa e ¿irresponsable? Categoría libre (donde caía cualquier cosa que no fuera pintura, dibujo, escultura, grabado, cerámica, fotografía… ) de las bases de la Bienal Nacional, y la consiguiente creación de las pertinentes para las disciplinas antes revueltas en aquella. Con esta reestructuración, al performance se le ha ubicado en la llamada Acciones plásticas (que incluye las acciones visuales, sonoras y performáticas).
Sí fue desalentador que en la Bienal de ese año, como en las dos subsiguientes, no fuera incluido ningún performance entre las obras seleccionadas. Las razones, que conocimos de modo extraoficial, nos dejaron, aún, más desconcertados que el mismo hecho de no haberse tomado en cuenta la disciplina. En cambio, sí lo fue una de las piezas incluidas, junto con el performance, en la categoría Acciones plásticas, en la edición de 2007. Se trató de una acción sonora, de José Pión, que alcanzó a ser PREMIO, a la que se adjudicó el mismo calificándola de “acción performática”, y no sonora.
A partir de 2009, al performance volvió a sonreírle la oportunidad en los concursos, ya que en la 25 Bienal de ese año y en la de 2011, la disciplina no sólo estuvo representada entre las obras seleccionas, sino que algunas alcanzaron a ser premiadas. Así, en 2009, fueron seleccionadas piezas de Francis Taylor, Sayuri Guzmán y José Pión, como también, un video-performance, de Jochi Muñoz. Lograron premios, la de Sayuri, Toda la verdad, y el video-performance díptico, de Jochi.
En la 26 edición de la Bienal (2011), fueron seleccionadas piezas de Eliú Almonte, Elvin Díaz, Sayuri Guzmán, Jochi Muñoz y David Pérez Karmadavis, logrando premio la pieza La casa, de Eliú.
Por igual, en la revisión de las bases para el Concurso de Arte Eduardo León Jimenes, del año 2010, se incluyó al performance. ¡Bravo! Fueron seleccionados dos, uno de Sayuri Guzmán y el otro David Pérez Karmadavis.
En otro orden, es digno de resaltar el papel que desde 2004, año de su fundación, viene desarrollando, el ya mencionado proyecto Arte-estudio, surgido, según expresan sus creadoras, “de la necesidad que enfrentan los artistas dominicanos, principalmente los emergentes, para realizar propuestas artísticas en instituciones o espacios establecidos”, encargándose, desde sus inicios, de realizar curaduría, coordinación y producción de exposiciones, encuentros de performances, como además, la realización de conversatorios y talleres. En reiteradas oportunidades han contado con el apoyo del Centro Cultural de España.
Otro espacio curatorial surgido más recientemente, en abril del 201l, es el El Salón Grupo Curatorial, regenteado por Aurora Martínez, Michelle Ricardo y Raphael Rosario, quienes expresan que: “El Salón cree en la necesidad de conectar arte y comunidad para impactar positivamente la calidad de vida de sus habitantes”, por lo que entre sus responsabilidades están la de curar, organizar presentaciones de arte, realizar talleres. Precisamente, organizaron el Taller Autología del Performance, a cargo de Josefina Báez, artista dominicana de la escena y la literatura residente en EE. UU., llevado a cabo con el respaldo del Centro Cultural de España, en diciembre pasado.
Tenemos, también, el proyecto Arte de Incertidumbre –Miami/Santo Domingo, con tres ediciones realizadas en la Capital, el que es organizado y producido por Edge Zones, dirigido por Charo Oquet. Esta es una organización sin fines de lucro, localizada en Miami, cuya programación abarca una amplia gama de los medios contemporáneos: fotografía, instalación, pintura, performance, arte sonoro, escultura y video.
Continuando con la mención de celebraciones realizadas en la Capital, no podemos dejar de referirnos a esta segunda edición de INDEPENDENCE-DO, cuyo pueblo natal, Puerto Plata, decidió compartir con Santo Domingo la sede del mismo. Cuenta, esta vez, con el apoyo de Museo de Arte Moderno y el Centro Cultural de España.
Tras mencionar estas cosas que van abonando, sin dudas, el terreno donde se planta el performance, se podría creer que el mismo se cosecha a granel. No. Es cierto que él está vivo, que él respira, pero se requiere aún más, mucho más, tanto de lo que recibimos como de lo que ofrecemos.
En la medida en que nos profesionalicemos, en esa misma medida podremos demandar más apoyo, y, más aún, y más importante, concitaremos mayor respeto por el oficio. No basta con pararnos y hacer dos cosas, y ya eso es un performance, si ese “hacer dos cosas” no está sustentado en un proceso de conceptualización sólido que haga que lo que emprendamos se sostenga en pie. Nunca será suficiente lo que podamos leer, estudiar, ver…, siempre se requerirá más.
El año 2006 es fecha clave en la historia del Performance, en Rep. Dominicana. La Facultad Latinoamericana de Estudios Sociales (FLACSO), ofreció un Diplomado en Estudios de Performance, coordinado por la Dra. Maja Horn, en el cual, durante las horas de trabajo, y voy a personalizar lo que diré a seguidas, fui comprendiendo y asimilando una serie de cosas con las que había estado en contacto, pero que a la luz de las discusiones y reflexiones, pude reafirmar algunas de ellas, y reconsiderar otras tantas, y aprender muchas más. La vía que venía buscando, desde hacía varios años, para encaminar mis procesos creativos por otros senderos, se me abría finalmente.
En la actualidad, aquí en la Capital, no se estila realizar piezas al modo de Silvano, Geo, o Marily, aunque la gama de propuestas es variopinta. A partir de 2000, fue cobrando fuerza entre un grupo de artistas el hacer performance con la consciencia de que éste NO es teatro, aunque sin llegar a extremos de inflexibilidad. El más antiguo de que tengo conocimiento, es Reality Show, de Francis Taylor, realizado en el Centro Cultural de España, en 2000.
Recordemos que Francis venía haciendo performaces desde mediados de los ´90, pero en la década siguiente encausa su manera de hacerlo, fruto de sus lecturas, y en gran medida, gracias a, ¿paradoja?, un taller de artes escénicas. Se trató del primer Taller de Integración de las Artes Escénicas (1996), impartido por el director y gestor español, Guillermo Heras, traído por el Centro Cultural de España (¡otra vez el Centro!).Tanto a Francis, como a muchos más, esta experiencia le marcó: Le amplió la visión de cómo considerar las cosas; de hacer arte experimentando y asimilando sensaciones inéditas para llevar adelante su trabajo actoral, y, más todavía, a CONCEPTUALIZAR las cosas. Y esto último lo extrapoló, posteriormente, a su quehacer performático. A partir de la mencionada pieza Reality Show, él desarrolla una serie de piezas visualmente hermosas pero que demandan del espectador voluntad para ver el cuerpo del artista sometido a situaciones nada placenteras. Duras, sí, ya que hablan de pérdidas y de carencias, pero en las que se vislumbra siempre una esperanza de curación de las heridas.
De entre todos los artistas que se perfilan en la década de 2000, no es posible dejar de mencionar a cuatro de ellos, por la calidad y constancia en su trabajo: David Pérez Karmadavis, quien inicia su incursión en la disciplina, articulando unas piezas de un fuerte y comprometido sentido social, tocando en gran parte de su obra el asunto de las relaciones domínico-haitianas; Fermín Ceballos (a quien nos gustaría ver accionar con más frecuencia), con piezas donde se pone a prueba su resistencia física, en pro de comunicar una verdad; Sayuri Guzmán, con una variada gama de temas, los que aborda y resuelve de una manera aguda; Lina Aybar, artista de una exquisitez formal en sus piezas, y que encierran un contenido que le toca, tanto el alma como el cerebro, al espectador.
Por igual, encontramos en la ciudad, artistas que desarrollan sus piezas con marcados tintes teatrales, llegando a la creación de personajes que llevan hacia delante lo que se quiere comunicar. Citamos aquí algunos de los trabajos de los teatristas Víctor Datt y Hamlet Bodden. Algunos de la nueva camada de jóvenes poetas y literatos se han involucrado, también, en la creación de acciones performáticas, en la línea de lo teatral. Citamos entre estos a Alexéi Tellerías. Polibio Díaz, fotógrafo de larga data, por su parte, le ha dado por jugar al performance de un modo que satisface también el paladar de los asistentes, que de meros observadores pasan a ser agradecidos comensales, con sus piezas que giran en torno a la comida. Mientras, José Pión, sigue experimentando con sus grabaciones y mezcla de sonidos, a los que agrega ahora efectos de luces.
Son muchos más, realmente, los artistas y estudiantes que se sienten movidos por expresarse a través de este medio, y que tienen, al igual que los mencionados en este texto, la responsabilidad de continuar enarbolando el hecho de que el Performance dejó ya de ser el Patico Feo. Sólo me resta pedir a los estudiosos e investigadores que aporten sus fichas, las apropiadas, las que encajan, y que permitirán, pues, armar el rompecabezas.
Finalmente, sólo mencionaré el nombre de una ficha a la que debemos prestar atención en lo futuro: Nancy Vizcaíno.
Señores, que la imaginación sea su límite, pero el conocimiento e investigación, la zapata.
¡Buenos días!
Jochi Muñoz
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