sábado, 24 de octubre de 2009

Objetual: Proyecto de arte de Performance

Jochi Muñoz entrega la almohada a Lina Aybar
Jardines del Museo de Arte Moderno
Santo Domingo, miércoles 2 de julio de 2008
OBJETUAL es un proyecto de Arte de Performance que se realiza en cadena por países de América y Europa, y que propone la utilización de un mismo objeto, una almohada, para ser resignificado por los artistas participantes, durante una convivencia de tres días con el objeto en cuestión.

Este proyecto es una idea original de Leonardo González, artista de performance y psicólogo chileno. Hasta ahora se ha realizado en Chile, Brazil, Venezuela y Rep. Dominicana. En la edición nuestra participaron los artistas Lina Aybar, Sayuri Guzmán, Yokaira Marrero, Jochi Muñoz y Francis Taylor.

http://proyectoobjetual.blogspot.com/



Texto de Jochi Muñoz sobre su participación en el proyecto.


Nota sobre la convivencia con la almohada
Santo Domingo, República Dominicana
Domingo 29 de junio al miércoles 2 de julio de 2008

Recibí la almohada de mano de Sayuri Guzmán, el domingo 29 de junio de 2008, a las 5:30 de la tarde, aproximadamente, frente a la entrada principal del Museo de Arte Moderno. Llovía. Bajo un paraguas multicolor, recibía el tan sazonado objeto. Era agradable de apretar. Lucía alba, gracias a un nuevo forro que le fue confeccionado para el desarrollo del proyecto aquí en nuestro país, ya que el que traía de Sudamérica estaba pintarrajeado debido a la acción final de uno de los artistas venezolano. Lucía muy hermosa así, pero se decidió vestirla de blanco (como tabula rasa), tratando de conseguir con esto que la almohada fuera neutra y no indujera lecturas debido al colorido mostrado. En fin, que se veía muy primorosa con su forro blanco, y Sayuri me la entrego sin ninguna mácula visible.

Al rato, guardé la almohada en el baúl de mi carro, y me fui al Teatro Nacional a ver el musical Los miserables. No la lleve, porque me venía rondando la idea de tratarla como pieza de arte que había que resguardar y proteger. Ya en la casa, esa primera noche la pasó la almohada sobre una mesita que tengo en mi habitación

En las notas realizadas por la artista venezolana Consuelo Méndez, con relación a su convivencia con el objeto, podemos leer: "La almohada da asco! Híjole, que malgastada y sucia está. No es para menos con los viajes que ha vivido. Me río de mi reacción. Creo que la voy a recubrir. […] La pongo en diferentes lugares de mi casa y le tomo fotos. Mi acción consiste en cambiarla de sitio. Paso el día pensando como restaurarla sin que pierda su historia. Es un objeto demasiado frágil y viene de lejos. Le tomo fotos a los detalles, el sucio en la superficie, las heridas cosidas, su deformación de almohada alargada. Salgo a comprar la tela para protegerla y recubrirla. Saco la máquina de coser y juego a la costurera con ella. […] Esa es la tarea que me propuse con la almohada: limpiarla, renovarla”.

De Consuelo haber visto la condición en que llegó la almohada a mis manos, hubiera hecho un gesto de aprobación. Por tanto, así como la tarea de ella fue limpiarla y renovarla, la mía sería, como ya expresara, resguardarla y protegerla. Por lo tanto, al día siguiente (lunes 30 de junio), pasé por una compañía de envío de valija para que la almohada fuera embalada en una caja, como pieza de arte. Previo a esto pasamos por un establecimiento especializado para tomarle una foto de estudio, la que sería empleada durante mi acción final del sábado 12 de julio.

Una vez embalada, la llevé a la casa y coloqué la caja sobre un mueble del comedor, desde donde ella (¿la almohada o la caja?) presidía todo. Ahí quedó hasta la noche, en que coloqué la caja durante un rato sobre mi cama y le tomé algunas fotos, y luego, la resguardé, aún más, entrándola dentro del clóset de mi habitación. Como al día siguiente (martes 1 de julio) era día de limpieza en la casa, ahí la dejé hasta tanto, por lo menos, mi habitación estuviera lista.

Cuando saqué la caja del closet, reforcé aún más las cintas pegantes que fijan la tapa, y posteriormente la llevé a tomar una foto, al mismo establecimiento en que el día anterior le fue tomada una a la almohada antes de ser embalada. Al regreso a la casa, coloqué la caja sobre la mesita de la sala. Recibí la visita de unos amigos, y estuvimos departiendo en torno a la caja, y como es natural pensar, hablando sobre el proyecto Objetual. A la hora de acostarse, la resguardé todavía más, colocándola dentro de un baúl que tengo en mi habitación.

Hoy (miércoles 2 de julio), día en que entrego la almohada a la artista Lina Aybar, salí en la mañana hacia la oficina, desde donde estoy escribiendo estas líneas, mientras la caja reposa aún en el mencionado baúl. Cuando regrese a casa al medio día, la sacaré y pondré en algún lugar del comedor, hasta el momento en que salga para la mencionada entrega.

La importancia que le veo al proyecto Objetual dentro de mi trabajo, es que el mismo me ha permitido reflexionar sobre conceptos fundamentales del arte, presente siempre en todas las épocas, aunque con sus matices propios. De este modo, pude “jugar”, por así decirlo, con las ideas de Duchamp en torno al hecho de redimensionar a los objetos cotidianos, y las Kosuth, en lo referente a la exploración sobre la naturaleza del arte.

Así, partiendo de la pieza One and Three Chairs (1965), de Kosuth, he pautado las líneas de la acción que pretendo desarrollar la noche del 12 de julio, fecha en que los cinco artistas involucrados en el presente proyecto, presentarán sus propuestas.

El hecho de que durante mi convivencia haya procedido de la manera en que lo hice, quedará justificada con la acción performática que desarrollaré esa noche. En la misma, manejaré ciertos puntos: hacer hincapié en el valor de la almohada como objeto de arte (lo que ya se hace patente durante mi convivencia); la revalorización de otro objeto, la caja, también como objeto de arte; la sustitución de la almohada en sí como objeto de arte por un equivalente… Todo lo cual nos llevará al disfrute de repensar lo que es o no es arte.

Boceto de proyecto
Precisamente en el día de hoy, jueves 3 de julio de 2008, en que escribo estas líneas, Camilo Venegas nos ofrece una información en la prensa que da cuenta del caso de la paternidad de la pintura El coloso, que aunque firmada por Goya, se tiene en tela de juicio. El articulista se pregunta: “¿Admirábamos realmente a ‘El coloso’ o a la marca ‘Goya’? ¿Nos conmovía la simbólica escena o la luciente firma de su autor? ¿Valorábamos la experiencia estética que nos producía o el precio del lienzo en el mercado?” Concluye su artículo diciendo: “El futuro de esta obra será una lección sobre los propósitos y el destino del arte, su suerte será una moraleja que ojalá alcancemos a entender.”

Lo expresado por Venegas se relaciona con lo que he estado repensando desde los días previos a la llegada de la almohada: ¿Qué es arte? ¿Quién determina lo que es o no es arte? ¿En qué sitio ha de ser presentado el arte?

Naturalmente mis interrogantes no son nada nuevas. Es mucho lo que se ha hablado sobre el tema, pero, a Dios gracias, nunca se agota, por lo que podemos recurrir una y otra vez a reflexionar sobre él.

Justificación conceptual
Ya en las notas que escribiera sobre los tres días de convivencia con la almohada, se vislumbraba la ruta que habría de seguir en la realización de mi acción final. No me centro en los usos convergentes ni divergentes que se les puedan dar a la almohada, ni mucho menos la personalizo, sino que la misma se trata como lo que es, esto es, una almohada, un objeto, una cosa..., con la particularidad que esta cosa recibe el tratamiento y cuidado de una obra de arte.

Al igual que Duschamp erigía en objeto de arte un objeto industrial por el mero hecho de interrumpirle su uso cotidiano y cambiarle el nombre, la almohada del presente proyecto, que fuera una más dentro del montón de almohadas salidas de la fabrica y a las que, generalmente, se les da una función convergente en cada casa, deviene en convertirse en “la” almohada; la almohada del proyecto objetual, y por tanto, en un objeto cuyo valor se incrementa cada vez más al pasar por las manos de los diferentes artistas, por lo que queda impregnada de motivaciones y experiencias variopintas. “La” almohada nunca volverá a ser “una” almohada más.

Por igual, en esas notas resalté lo escrito por la artista venezolana Consuelo Méndez, al relatar su convivencia con el objeto de marras, durante el desarrollo del proyecto en su país. La cito una vez más: “La almohada de asco! Híjole, que malgastada y sucia está. No es para menos con los viajes que ha vivido. Me río de mí misma ante mi reacción. Creo que la voy a recubrir. [...] La pongo en diferentes lugares de la casa y le tomo fotos. Mi acción consiste en cambiarla de sitios. Paso el día pensando como restaurarla sin que pierda se historia.
Es un objeto demasiado frágil y viene de lejos. Le tomo fotos a los detalles, el sucio en la superficie, las heridas cosidas, su deformación de almohada alargada. Salgo a comprar la tela para protegerla y recubrirla. Saco la máquina de coser y juego a la costurera. [...] Esa es la tarea que me propuse con la almohada: limpiarla, renovarla.”

Visualizo mi propuesta de performance como una continuación de la de Consuelo, en el sentido de que mientras ella se propuso limpiarla y renovarla, por mi parte me propuse embalarla y cuidarla. De ahí que durante mi convivencia la almohada estuvo protegida en una caja, preparada en un establecimiento especializado en ese ramo, hasta el día de la entrega a la artista que me seguía en el orden de las convivencias. Abrí la caja en su presencia, desenvolví la almohada y se la entregué.

Tal y como está estipulado en la metodología del proyecto, las acciones desarrolladas por cada artista no tendrán nombres particulares, debido a que el proyecto está concebido como un gran performance, por lo que las parte realizada por cada artista llevarán el mismo nombre, objetual. Mas sin embargo, al estructurar el boceto de mi propuesta le llamé con el nombre de La almohada de Kosuth, y esto así, porque en mi pieza recurro al aspecto formal de la obra de ese artista norteamericano y a sus consideraciones conceptuales sobre la naturaleza del arte.

Descripción de la pieza
Para la noche de la acción final del 15 de julio, estarán dispuestos tres elementos en el espacio que me fue asignado: la caja (en la que estuvo la almohada durante mi convivencia), una fotografía de la caja (a tamaño real) y una fotografía de la definición que da el diccionario de la palabra caja. Estos estarán dispuestos a semejanza de la obra de Kosuth (1965), One a three chairs.

Al momento de realizar mi acción, me dirigiré al lugar donde las curadoras de la muestra tienen la almohada, y la tomaré. La llevaré a mi lugar asignado, y la colocaré en el suelo, enfrente de la caja. Dispondré por igual de una fotografía de la almohada (a tamaño real), que colocaré también en el suelo, enfrente a la de la caja; y una fotografía de la definición de almohada, enfrente a la que corresponde al vocablo caja. Me sentaré sobre la almohada, y a seguidas procederé a embalar dentro de la caja, tanto la fotografía de la almohada como la de la definición de este objeto.

De este modo, entro así en un juego de sustituciones: sustituyo al objeto (almohada) por sus equivalentes (fotografía de la almohada y definición de almohada). Aún más, lo que quedará expuesto como instalación es el trío caja-fotografía de la caja-definición de caja, lo que se constituye también en un juego de desplazamiento del valor artístico: del objeto primigenio del proyecto (almohada) al objeto que la resguardó como protección (caja).

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