viernes, 19 de octubre de 2012

Palabras de agradecimiento 24 Concurso de Arte Eduardo León Jimenes

[Palabras dichas por Jochi Muñoz en nombre de los artistas seleccionados en el 24 Concurso de Arte Eduardo León Jimenes, durante el acto de premiación y apertura de la exposición. Centro Cultural Eduardo León Jimenes, Santiago de los Caballeros, jueves 18 de octubre de 2012]
                           
                                                                      
24 Concurso de Arte Eduardo León Jimenes

Buenas noches, señores miembros de la mesa de honor, invitados especiales, artistas que nos acompañan, señoras y señores, comenzaré mi intervención con esta cita:

Pina Bausch, Pedro Almodóvar y Bill Viola son tres imágenes que colocaría en mi personal y particular altar de artistas que admiro, siendo consciente del riesgo que corro de que el altar en cuestión se tambalee dado lo quisquillosos que podemos llegar a ser los humanos si tenemos que estar al lado, o cerca, de algunas personas que, por uno u otro motivo, preferiríamos tener a kilómetros de distancia, lo que, en el caso particular de mi altar, no será posible, dado que éste está contenido en un lugar pequeño en dimensiones físicas, pero inmenso en su capacidad de albergar a seres que hacen su arte con la verdad como estandarte: mi corazón, así que, las pinas, los almodóvares, los bill violas tendrán que estar con las marily gallardos, los fradique lizardos, los bachs, los jiří kyliáns, los manuel chapuseauxs, las buikas, los eduardo villanuevas, los garcía lorcas, las sonia silvestres, los jorge pinedas, los francis taylors, los miguel hernández, las irmgard despradeles, y un largo etcétera, no sólo juntos, sino, también…o más bien, "reburujaos".”

Esta larga y atropelladora frase es el fruto de un ejercicio que se nos solicitó en un taller conducido por la artista dominicana Josefina Báez, en el Centro Cultural de España, el pasado año. La tarea en cuestión era escribir el párrafo más largo que pudiéramos, que, aunque sacrificando la elegancia de la redacción, tuviera sentido. En la frase resultante están contenidos, como hemos visto, muchos nombres. Nombres de artistas de diferentes épocas, de diferentes generaciones, de diferentes disciplinas… a los que admiro, en unos casos, y a los que admiro y agradezco, en otros.

A estos últimos le reconozco su generosidad para conmigo, para con otros compañeros, para con la sociedad misma en su conjunto, por compartir, de un modo u otro, los saberes y destrezas que por años han cultivado. Han sido o son, a la vez, atalayas y faros.

Han sido o son, como cada uno de nosotros, personas con sus fallas y aciertos, personas revestidas de sombras, personas revestidas de luces. Me viene a la mente el refrán por todos conocidos de "amor no quita conocimiento". Pero tras el balance: personas generosas. Punto. Personas que nos dieron o nos dan lo que en su día recibieron.

Y hablando de días, los hay y los hay. Precisamente, el pasado jueves 8 del corriente, fue uno de esos. Estaba en la oficina agobiado resolviendo cosas nimias, pero necesarias, y recibo una llamada del Centro León. Del otro lado de la línea, la siempre atenta y eficiente Karenia Guillarón, me comunica que había sido designado para hablar a nombre de los seleccionados en el Concurso de Arte Eduardo León Jimenes.

¡Ah!, quedo sin habla por unos segundos. Tras balbucear dos o tres cosas, atino a decir si es que ella me estaba enviando una soga por el teléfono. Ella no comprende de inmediato lo que le quiero expresar. En fin… al percatarse de mi tartamudeo e indecisión, me expresa que es un honor esta tarea que se me ha encomendado, lo que corroboro de inmediato. No me quedó de otra que aceptar.

Y aquí estoy. Les digo que para mí es doble el honor con que se me ha distinguido: en primer lugar, por el hecho de haber sido seleccionado por vez primera para estar en el salón, que esta noche se apertura; y en segundo, por esta oportunidad de estar dirigiéndome a todos ustedes en nombre de los otros 14 participantes y en el mío propio. Distinción esta última, que cualquiera de estos compañeros hubiera realizado, también, con la mayor complacencia y dignidad. Contrario a lo que se estila en estos casos, no voy a desarrollar con holgura un tema en particular, sino, sólo a agradecer en nombre de todos.

Tengo la convicción de que si hay algo que debería ser un norte para cada individuo, tanto para su satisfacción personal como para una mejor convivencia con los demás, es el hecho de ser agradecido. Agradecido a la vida, agradecido a la pareja, agradecido al amigo, agradecido al maestro, al vecino, a las instituciones…

Y si este sentimiento de gratitud fuera algo de doble vía ese grano que cada uno pusiera, se convertiría en parte de una zapata firme en la construcción del mejor pueblo a que todos aspiramos. En la medida en que soy agradecido, esto es, que estimo el beneficio de que soy objeto, y correspondo en consecuencia, dejo fuera la mezquindad.

Precisamente, esta 24 edición de este certamen, constituye la vigésimo cuarta retribución de la familia León al pueblo dominicano, al devolverle a éste, parte de lo que ella ha logrado por su trabajo tesonero.

Aprovecho para señalar la conveniencia del nuevo formato que tiene el Concurso desde 2010, por la razón de que esta modalidad nos obliga a pensar. A pensar en nuestra obra, a no conformarnos con manchar la tela o dar tres saltos como una cabra (esto último en el caso del Performance), sin embarcarnos en un diálogo íntimo con nuestra propia obra. La preparación del dossier con las características estipuladas, favorece el proceso reflexivo del artista en relación a su obra en conjunto.

¿Que la manera de implantar ese formato tenga cosas a revisar y mejorar?, sí. A propósito, nos alegramos de la receptividad de los organizadores de haber aceptado algunas de las sugerencias hechas, tras la pasada edición del Concurso. Este año se elevó el número de artistas seleccionados. Otra, es lo referente a la puesta en circulación del catálogo que, habitualmente, se hacía la noche inaugural de la exposición, y en este año se realizará en fecha posterior. Una ventaja que veo en esto, como artista del Performance, es que en la publicación aparecerá la documentación pertinente, esto es, la constancia de la pieza ya realizada.

Sin dudas, la dotación en metálico a los ganadores es un atractivo, que le permitirá al artista un respiro; por igual, las becas y residencias otorgadas por la Fundación Cisneros / Colección Patricia Phelps de Cisneros, la Embajada de Francia en Rep. Dominicana y el Ayuntamiento de Cádiz, contribuyen, sin dudas, a ensanchar los horizontes formativos y profesionales de estos artistas así galardonados.

Vaya nuestro reconocimiento a los involucrados en la puesta en escena de este Concurso. Al señor José Fernández Pequeño, por estar atento a que la agenda se cumpla al pie de la letra; a Pedro José Vega y a Leticia Moronta, quienes junto a todo su equipo prepararon una excelente museografía que resalta las obras expuestas; a Luís Felipe Rodríguez y a María Luisa Estrella, por la preparación de la maravillosa guía educativa para las familias asistentes. A Karenia Guillarón y a Sara Hermann, ¿qué se les puede decir?, sino darles nuestros corazones por ser ese enlace maravilloso Centro - Artistas, ya que cuando se empecinan en resolver las cosas, las resuelven; y junto a los nombrados, todos los demás involucrados que ahora no menciono. Y al frente de todo, en el volante, con el timón, con las riendas en las manos…, o como quiera decirse, al señor Rafael Emilio Yunén, Director General del Centro. Por igual, reconocemos a los constantes auspiciadores del Certamen, el Grupo León Jimenes, el Banco León y la Cervecería Nacional Dominicana.

Nuestros saludos y reconocimiento, también, a la tripleta conformada por María Inés Rodríguez, Ivo Mesquita y María Elena Ditrén, en su triple responsabilidad de ser jurados de selección, curadores y jurados de premiación.

La retribución de los artistas para con el Centro León, en este toma y daca, estaría en el firme propósito, como hacedores de arte, de desarrollar una voz honesta y comprometida. Ardua tarea, ya que hay que sustraerse constantemente a las veleidades con que el medio nos tienta, cuya máxima podríamos resumirla en la frase: “Lo ligerito y digerible es lo apetecible”.

Finalmente, en la medida en que soy agradecido, repito, dejo fuera la mezquindad. Agradecer al otro no es plegarse ciegamente a él; no es anular la capacidad crítica y reflexiva. No. En caso de no poder retribuir directamente a quienes nos tienden la mano, nos favorecen, nos estimulan a seguir... debemos reciprocar esto, haciendo lo propio para con otros. Es lo que hablaba de la generosidad al principio, al referirme a los artistas que admiraba y agradecía.

Deseo emplear las dos últimas líneas para arreglar cuentas con una mujer excepcional con la que estoy en deuda, quien un buen día llegó a vivir, no sólo a casa de mis padres, sino, también, en mi corazón: Nidia Victoria Bones vda. Almánzar; Puchulú para sus amigos y conocidos; Cuca, para sus familiares e íntimos. Ella me hizo ver que tras los límites de los dos pueblos en que transcurría mi infancia, San Francisco de Macorís y Salcedo, existía un mar de cosas por descubrir.

Gracias a la tía Cuca pude ir construyendo ese altar personal del que hablaba al inicio de este texto. Y, gracias a eso, estoy hoy aquí parado ante ustedes.

Muchas gracias, y buenas noches,



                                                                              Jueves 18 de octubre de 2012

                                                              Santiago de los Caballeros, República Dominicana





viernes, 14 de septiembre de 2012

El artista es un guerrero



[El presente texto lo preparé atendiendo a la invitación del colectivo ColeActivo para participar en la actividad  El Performance - Conversatorio, dentro de las actividades de la exposición Equipaje compartido, la noche del jueves 13 de septiembre de 2012, en la Galería Nacional de Bellas Artes, Palacio de Bellas Artes, en Santo Domingo, Rep. Dominicana. Al evento fue invitado, también, el performero  dominicano Francis Taylor]



El artista es un guerrero

Por Jochi Muñoz

En, prácticamente, 24 horas tuvieron lugar dos acontecimientos que me han llevado a hacer un alto, a respirar y a repensar lo que he hecho, y, por supuesto, lo que haré en lo futuro. Fausto, el uno; tristemente, infausto, el segundo.

El primero de ellos, fue la inauguración de la exposición Sudarios, de la fotógrafa colombiana Érika Diettes, en la Capilla de Nuestra Señora de los Remedios, el jueves 6 del corriente, en el marco de Photoimagen 2012, organizado por el Centro de la imagen.

Al entrar al recinto que alberga la expo, nos encontramos con una serie de lienzos colgados, dispuestos para que el espectador tenga que deambular entre ellos, a modo de laberinto. Se trata de 20 retratos de estudio, realizados con el máximo control de los aspectos técnicos, tanto durante las sesiones de posado ante la cámara, como durante el proceso de impresión de los mismos. Los datos de la ficha técnica: Fotografía digital / Blanco y negro. Impresa sobre seda. 2.28 x 1.34 m.

                        Érika Diettes, Sudarios, Capilla Ntra. Sra. de los Remedios (2012)                        

Aparte de eso, ¿qué es lo que de particular tiene esta muestra? Sencillo: La artista se relacionó durante casi un año con mujeres que habían sufrido pérdidas de familiares cercanos (padres, esposos, hijos) a manos de grupos armados, en Colombia, las que, finalmente, accedieron a ser fotografiadas por Diettes, para, mediante sus retratos, y dado que ellas no disponen de otra vía, hacer conocer al mundo la situación de violencia por la que atraviesa buena parte del país.
                                                                                               
Esas mujeres se trasladaron al estudio de la artista, desde diversos puntos del país, y en sesiones individuales, y acompañadas por una terapeuta, contaron una vez más los recuerdos de esas experiencias de pérdidas sufridas. Mientras, la artista les hacía los retratos.
                                                                                                          
En esos 20 sudarios expuestos, está contenida una verdad: el dolor de un pueblo que se desangra. Una relectura por parte del público podría hablarle de la violencia ejercida a cualquier comunidad o a cualquier grupo o ser humano marginado y discriminado. Más aún, esos 20 sudarios son el fruto de un trabajo comprometido por parte de la artista.

                                 Érika Diettes, Sudarios, Capilla Ntra. Sra. de los Remedios (2012)                           

El segundo acontecimiento, el infausto, fue la triste noticia, conocida el viernes 7 del corriente, del fallecimiento de un artista del que venía siguiendo su obra…: Marcus Vinícius. 27 años, y con todo el mundo por delante, en sentido figurado y en sentido literal. Pero partió a otro plano.

    Marcus Vinícius, Habitar, (Fotografía digital, 2010)                                                                                 
Era un artista visual brasileño que, prácticamente, vivía y trabajaba en el mundo. Estudió Performance en la Escuela de Artes Visuales de la Universidad Federal do Espírito Santo (UFES), y en la actualidad estaba establecido en Buenos Aires, para concluir su Doctorado en Arte Contemporáneo Latinoamericano, en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Desde 2007, se desenvolvió en varios medios: vídeo, fotografía, instalación, dibujo y performance, en trabajos en los que dejaba, usando una jerga teatral, la piel. Esto, en muchos casos, no sólo en sentido figurado.

En su página web podemos leer: “El cuerpo ha sido a la vez el sujeto y el medio. Explorando los límites físicos y mentales de su ser, él ha soportado el dolor, el cansancio, el silencio y el peligro en la búsqueda de la transformación emocional y espiritual en obras duracionales. Explora las dicotomías: acción / inactividad; movimiento / quietud; presencia / ausencia. El silencio, la lentitud, los gestos mínimos son características comunes reconocibles en sus obras.”
                                                                                     
                                Marcus Vinícius, The Presence of the World in Me (Performance, 2011)                                          
Su producción la conozco sólamente a través de la documentación asequible por Internet, y se me antoja, al igual que la de Diettes, revestida de una gran pasión y entrega. Una forma de canalizar pulsiones contenidas en su cuerpo.

Estos dos sucesos a los cuales acabo referirme, hicieron que todo el plan de lo que tenía para tratar en este conversatorio, se echara para atrás. Miles de cosas me golpearon la mente. ¿De qué hablo? ¿Cómo lo digo? ¿Qué relevancia tiene eso? ¿Sería suficientemente motivante como para exponerlo antes los amigos que nos dan el respaldo de estar esta noche con nosotros? ¿Sería suficientemente responsable el abordaje? En pocas palabras: Si lo que pensaba tratar mostraría un decente nivel de compromiso.

Toda esa avalancha de cuestionamientos me produjo cierto nivel de ansiedad, pero con el aliciente de que al final, saldría… saldríamos, gananciosos ante el hecho de sincerarnos, tanto en lo personal como en lo artístico. En muchas ocasiones he expresado la frase de que “no basta con pararnos ahí con la cabeza adornada de lechugas y dar dos brincos, y creernos que eso es ya un performance.” Pero… y siguiendo con el cuestionamiento al que me he sometido, ¿por qué no lo sería? Bueno... ya nos contestaremos esto más adelante.

Me viene a la mente, ahora, algo que me expresara Marily Gallardo a la salida del panel “Una nueva mirada a la performance”, efectuado en el Auditorio del Museo de Arte Moderno (MAM), el viernes 9 de agosto de 2009, como parte de los eventos teóricos de la 25 Bienal Nacional de Artes Visuales. Perpleja, me hizo la observación que lo que ella hacía a principios de los ´90 nada tenía que ver con lo que hacemos ahora los performeros en ejercicio.

                                                            Marily Gallardo

Ella se extrañaba de que en el panel no se hubiese tocado lo referente a “¿qué pasó que las cosas cambiaron?”, y desilusionada se preguntaba “¿por qué no se reflexionó en torno a ello?”. Vale señalar que la Gallardo fue PREMIO en la XVII Bienal Nacional de Artes Plásticas, en 1990, y en la XIX, en 1994, en Categoría libre, y que, desde hace años, está alejada del quehacer del performance y dedicada a su oficio de bailarina, coreógrafa, profesora, investigadora de los aportes afro a nuestra cultura, encaminando todo esto a la gestión cultural de un proyecto que desarrolla en la comunidad de Los Mercedes, próxima a Villa Mella.
                                                                          
“¿Por qué no se reflexionó en torno a ello?” En esta frase de Marily está incluida la palabra clave que hará que todo proyecto marche: Reflexionar. Podríamos preguntarnos si, realmente, lo que hacía esa artista y otros más en esos años, era una cosa diferente a lo que hacemos hoy en día; o si esto último es el fruto de la evolución de aquello; o si son cosas que coexistieron, o mejor aún, si coexisten. Esto queda para que cada uno de nosotros nos lo respondamos.

Sea cual fuere el medio; sea cual fuere la manera de proceder dentro del mismo, es importante conocer las particularidades de éste; y en los casos en que el artista trabaje en diferentes, cuál o cuáles son los más a propósitos para desarrollar un proyecto en particular. Para esto habría que echar mano, vuelvo a señalarlo, a la palabra clave de Marily: Reflexionar.

En la medida en que se haga, en esa misma medida podremos involucrarnos, enamorarnos, hacer realmente propio un proyecto, y hacer que el producto resultante se mantenga en pie, gracias al proceso investigativo que está detrás, y que sin mostrarse abiertamente, deje traslucir la verdad implicada. El teatrista dominicano Manuel Chapuseaux, dice que cada espectador posee algo que él llama “sentido de la verdad”, gracias al cual uno se da cuenta de que algo funciona o no funciona.
                                                                                           
                                                                                Érika Diettes, Sudarios, Capilla Ntra. Sra. de los Remedios    (2012)

Quien asista a la exposición de Érika Diettes, ya mencionada, podrá no conocer todo el rollo del proceso previo, pero al enfrentarse a los lienzos, podrá poner en juego ese “sentido de la verdad” del cual habla Chapuseaux; podrá sentir que algo hace que los mismos se mantengan en pie, se mantengan incólumes ante el peso que encierran. Aunque, paradójicamente, en lo formal, no cuelguen de la pared, sino en el centro mismo de la sala, y por tanto, susceptible de balancearse constantemente, tanto por la acción del aire como por los toques de los asistentes. Pero esta solución de montaje es fruto, también, de las horas de reflexión de la artista.
                                                                        
Esto que digo, no es nada nuevo, y todos los aquí presentes lo sabemos, pero es bueno y oportuno mencionarlo de vez en cuando, como elemento motivador (instigador, diría la Gallardo) para un intercambio de pareceres entre todos.
                                                                                                    
Centrándonos en la disciplina que nos convoca esta noche, el performance, creo que ante todo, debemos tener muy claro qué es esto; “con qué se come”, como lo expresara una vez el mexicano Pancho López. O yendo un poco más lejos, como se preguntó, la también mexicana, Rocío Boliver (La congelada de uva) al iniciar una charla ante un grupo de estudiantes, “¿Para qué sirve la performance?”, contestándose, a seguidas, “No tengo la más puta idea”. Esto, buscando provocar en el auditorio esa desazón tan indispensable para llegar a acercarnos a las cosas.

Las definiciones de performances son incontables. No se asusten, que no vamos a agobiarnos con la lectura de las mismas; aunque sí voy a destacar una frase en particular que dice: “Definir el performance es redactar su epitafio”. Pero, cuidado, que pudiéremos perdernos.

Algo que creo debemos tener suficientemente claro, es de dónde proviene el sustantivo performance y su forma verbal to perform. Richard Schechner, un estudioso de los llamados Estudios de Performance, nos dice, referido al ámbito anglosajón, lo siguiente: “En los negocios, los deportes, el sexo, to perform es hacer algo según una norma: tener éxito, sobresalir. En las artes, to perform es montar un espectáculo, una obra teatral, una danza, un concierto. En la vida diaria, to perform es aparentar, ir a los extremos, subrayar una acción para que los están mirando.”

Vemos, pues, que por esos lares, el término es una especie de sombrilla que cobija, prácticamente, tanto la conducta del humano, la conducta animal, el rendimiento de una máquina… y en lo que respecta a lo artístico, performance es cualquier actividad que toque la esfera del arte.

En Latinoamérica, en cambio, no encontramos esa multiplicidad de aplicación del término, sino, que se circunscribe al tipo de arte en que es preciso que el artista esté presente en el aquí y el ahora, y en el que presente una acción, y no que la represente, ya que NO es teatro. Para fijar con mayor precisión este uso, se emplea el término Performance Art. En cuanto al género del término, unos prefieren el performance, otros, la performance. Hay quienes prefieren, en cambio, la denominación de acción o arte acción, en vez de la de performance; hay quienes la emplean indistintamente, y hay quienes establecen una diferencia.

Pero, aunque delimitado el término por nuestras latitudes, no nos libramos del uso sombrilla del mismo para guarecer manifestaciones variopintas, tanto artísticas como de animación, en las que el cuerpo esté haciendo acciones. Vistas así las cosas, pudiéremos decir que hay tantos tipos de performances como artistas haya. Un grupo de artistas se identifican más con una manera de hacer, mientras que otros experimentan y exploran con disímiles procederes. Válidos todos, siempre y cuando estén fundamentados en unos procesos de reflexión, que nos lleven a ser conscientes de cada elemento implicado; de por qué hacemos eso así. Se pudiese separar el grano de la paja.
                                                                                                                     Dra. Maja Horn
En mi caso particular, debo señalar ante todo, que mi formación de base es en las artes escénicas, particularmente la danza: folklórica, ballet, moderna, contemporánea, cuyos códigos de movimientos fui asimilando y archivando en mi cuerpo durante mi fase de preparación como intérprete. Cuando se me despierta el deseo de la creación, empleo ese bagaje a discreción, a la vez que me aventuro por otros senderos en busca de nuevos materiales. En ese deambular, en 2006, llego a los predios del Performance Art, a través del Diplomado en Estudios de Performance, coordinado por la Dra. Maja Horn, y en él (en el Perforance Art) encuentro el medio idóneo para canalizar mis pulsiones de modo apropiado.                                                                                                                                                                                           
Tanto en la danza como en el performance, he tenido la suerte de estar en contacto con profesores, compañeros y amigos generosos de los cuales recibo orientaciones puntuales que me han permitido ir desbrozando todos los escollos que he encontrando en mi camino. Ya como performero, las atinadas conversaciones con Clara Caminero, Francis Taylor, Jorge Pineda, Lina Aybar, Sayuri Guzmán, entre otras y otros, me han llevado, casi siempre, a repensar, a modificar, a desestimar proyectos tras someterlos a horas de reflexión. Entraba en arduas batallas en las que, muchas veces, creía que iba a desfallecer.

En reiteradas ocasiones me he visto precisado a dejar archivado algún proyecto, el que tras meses, en unos casos, y años, en otros, retomaba emprendiendo de nuevo el batallar. Me sonrío, mientras escribo este párrafo, acordándome de las muchas observaciones que me han hecho (y de casos en que no me lo externan, pero sí lo piensan) de que lo que hago… mejor expresado, de que lo que hacemos los performeros es fácil y no conlleva mucho esfuerzo.

Marcus Vinícius, The artist is Warrior
Eso último es una trampita en la que caen muchos espectadores, y peor, algunos artistas que desean incursionar en la disciplina “porque es cool”. El resultado obtenido por estos, no tenemos ni que comentarlo. Lo que sí digo, y con esto finalizo, es que al margen del medio elegido por el artista, para lograr trabajos como el de Érika Diettes, Marcus Vinícius y otros más, eso sólo se alcanza tras librar arduas batallas de reflexión.

Algunos de ustedes se preguntarán, ¿y qué de los recursos financieros, de gestión, de facilidades…? Eso es tema para un próximo encuentro.

Muchas gracias, y buenas noches.



                                                                               

         

                                                                                 


                                                                                Santo Domingo, Rep. Dominicana

                                                                                Miércoles 12 de septiembre de 2012









martes, 7 de agosto de 2012

De punto de giro en punto de giro

[El presente texto lo preparé atendiendo a la invitación para tomar parte en el primero de los Artist Talks programado dentro de las actividades del “Miami Performance International Festival”. Por razones de tiempo no fue leído in extenso. Agradezco al artista panameño Diego Bowie, por su excelente labor de traducción. En la ocasión tomaron parte, también, David Prusko (EE. UU.), Christine Brault (Canada) y Alexéi Tellerías (Rep. Dominicana)]




Miami Performance International Festival
Miami Beach Botanical Garden
Artist Talks
July 26, 2012

De punto de giro en punto de giro

Por
Jochi Muñoz

De entrada señalaré que mi formación de base es en las artes escénicas, especialmente la danza, cuyo vocabulario de movimiento he ido abandonado paulatinamente en cada uno de los procesos de creación durante los últimos 15 años, en pos de una mayor flexibilidad al momento de decir “mi verdad”.

En mi declaración de artista, esto es, en mi statement, señalo que al concebir una obra, parto de que el arte existe para comunicar una verdad. Mas, ese “comunicar una verdad” no sigue los parámetros objetivos del reportaje periodístico, sino que los elementos involucrados han de pasar por el tamiz, eminentemente subjetivo, del proceso del hacedor de arte.

                                           Jochi Muñoz durante su intervención en el Artist Talks
                                                                     (Foto: Eliú Almonte)


La cantera de la que me nutro para decir esa verdad  está en mi biografía. Parto de mi cotidianidad actual o pasada (o de la de mi familia o de la de mis allegados), de la cual tomo un hecho cualquiera, el que descontextualizo,  fragmento, sobrevaloro en parte, desestimo en otra, recompongo, para, finalmente, ofrecer mi versión personal del mismo.

Ese hecho, así versionado, es el puente para entablar contacto con el otro, sobre cosas que, generalmente, no podría decir de otra manera. Pero llegar a construir ese puente presupone, primeramente, haber conversado conmigo mismo una y otra y otra y otra vez.

Haber arribado a donde me encuentro hoy, en lo que a mi obra respecta, es el fruto de haber asumido una serie cambios o haber tomado ciertas decisiones que, de un modo u otro, modificaron el curso que tenían mis asuntos en momentos claves de mi vida. Es lo que en teatro se denomina, punto de giro. En un primer análisis hecho para escribir estas líneas, he detectado nueve. 

De niño nunca fui muy volcado hacia fuera, y sin llegar a ser una persona retraída, prefería estar más con mis cosas, que con lo que el medio me ofrecía, hasta que tuvo lugar un hecho, que haría que esta situación mía de timidez diera un cambio, un viraje, se orientara por otro derrotero; esto es, ocurriera un punto de giro: a casa de mis padres vino a vivir una tía materna, y que fue la primera persona con la que sintonicé, al darme cuenta que en ella anidaban muchos de los deseos y apetencias que bullían en mí también: mi gusto por la Historia, por la Música, por los relatos, por el celo de mantener vivo los recuerdos familiares (mismos que décadas después serían la fuente para muchas de mis piezas), en fin, el gusto por la vida, que es lo mismo decir, mi capacidad de soñar, ya que en el cerrado círculo del pueblo no podía saciar esas ansias de vivir.


Fue ella quien me animó a ingresar a la recién inaugurada Escuela de Bellas Artes, en mi pueblo natal, San Francisco de Macorís, de que cual era la secretaria. Corrían los mediados de la década del ´60. Pasé por sus aulas tomando clases de Dibujo, Escultura, Teatro, Música (piano, violín, coro)... excepto una disciplina: Danza, la que sí sería objeto de estudio y dedicación, años después, y por varias décadas.

Cuando me traslado a la Capital a seguir mis estudios universitario, en 1972, persisto también en continuar con los de Música, de los que presenté casi todas las materias del pensum, pero como era tan malo en el instrumento elegido, piano (ya había intentado con el violín en el pueblo), desisto de una vez por todas.

Entonces, se hace presente algo que siempre rondaba en torno a mí: la danza. Entro en el Grupo de Bailes Folklórico de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, en la que estudiaba, mas, duro poco tiempo ya que no acabó por satisfacerme. Pasa el tiempo, y, en 1977,  asisto a un espectáculo del entonces Ballet Folklórico Dominicano, dirigido por Fradique Lizardo, y me digo que esa sí era la puerta que buscaba para entrar al mundo de la danza. Dicho y hecho. Tiene lugar, así, un segundo punto de giro.

En esa agrupación me formo como bailador de folklore, a la vez que me involucro de lleno en la investigación folklórica. Llego a escribir un par de textos, uno de ellos, un libro, firmado conjuntamente con el  Prof. Lizardo. Por igual, llego a ser profesor de la Escuela de la agrupación. Simultáneamente, tomo clases de ballet en la Academia de Ballet Santo Domingo, dirigida por Irmgard Despradel.

                                                 Jochi Muñoz, David Prusko y Alexéi Tellarías
                                                                      (Foto: Eliú Almonte)


Luego de varios años de estar en las filas de esa agrupación folklórica, se dan circunstancias  que hacen que me retire de la misma, en 1982, constituyendo esto, un tercer punto de giro. Me quedo como miembro del Ballet Santo Domingo, en el cual empieza a desarrollarse mi faceta como creador: me involucro en la  escritura de guiones de danza. Dos de ellos son puestos en escena, en versiones coreográficas de la directora del Ballet. El primero, Nocturnal (1987), inspirado en el Nocturno III, del poeta colombiano José Asunción Silva, y el segunda, Julio Alberto, 6 en punto de una tarde de Otoño (1992), basado en el cuento “Seis en punto de una tarde de Otoño”, del escritor dominicano, Diógenes Valdez. Ambas piezas fueron concebidas por mí y coreografiadas por Despradel dentro del código del llamado ballet neoclásico. Piezas, muy hermosas, muy correctas, que no “molestaban” a nadie, a pesar del tema de la primera, un posible incesto.

Con el espaldarazo que me dio la Prof. Despradel al aceptar montar Nocturnal, se puede hablar de un cuarto punto de giro. Ya me asumía, no sólo como bailarín intérprete, sino como creador.

Atendiendo a una invitación de Eduardo Villanueva, asisto, en diciembre de 1989, a una clase de la técnica Graham, que impartía en su Taller de Danza Moderna, y quedo prendado de la misma. Quinto punto de giro. Con las conversaciones con él; con las lecturas recomendadas; con los videos visionados en los video-parties celebrados en ese centro... se me amplían, aún más, las posibilidades de hacer arte.

En el tiempo en que estuve en las filas de este grupo, se me presentó la oportunidad de asistir al Taller de Integración de las Artes Escénicas, en 1996, impartido por el director y gestor español, Guillermo Heras, y entonces fue cuando comprendí que por ahí era que tenía que seguir trillando mi camino. Nos enfrentamos a cosas conocidas, pero vistas desde otro ángulo; a cosas que sabíamos por referencias; a cosas totalmente nuevas… pero, lo más importante, a buscar dentro de nosotros. El abanico de alternativa para la creación, se ampliaba desbordándonos de un modo hasta entonces no experimentado.  Esta experiencia con Heras, constituye un irrefutable sexto punto de giro.

          Christine Brault (Canada) durante su intervención. A la derecha, Jochi Muñoz y David Prusko (USA)
                                                  (Foto: Alexéi Tellerías)


Animado por lo asimilado en ese taller, me atrevo a participar en el I Encuentro de Coreógrafos Contemporáneos, en ese mismo año. La pieza que llevo es La muerte del cisne, en la que hago una relectura de la pieza homónima de Mijail Fokin, y empleando la misma partitura musical, “El cisne”, de Camille Saint-Saëns. Del ave moribunda que plantea Fokin en su pieza, paso a  hablar de los niños huelecemento. No empleo a un bailarín, sino, a un actor, por tanto, no encontramos en esta obra secuencias de movimientos de ningún tipo que evocaran a un ser en decadencia, sino, por el contrario, a un joven con la energía contenida, parado en un mismo sitio del escenario, mientras suena la música, interpretada en vivo por una cellista. Sin dudas, podemos hablar aquí de un séptimo punto de giro.

Me quedan por mencionar dos puntos de giros más, pero antes, debo acotar que en los años sucesivos continué participando en los Encuentros de Coreógrafos efectuados, siempre con piezas donde trataba de expresarme sin recurrir a los códigos establecidos, no obstante mi formación dancística.

El octavo punto de giro lo constituye el Diplomado en Estudios de Performance, coordinado por la Dra. Maja Horn, para la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), en 2006, el que me permite darme cuenta de las precisas y a la vez imprecisas frontera de eso que se le llama performance.  Las cartas estaban echadas, y ese año 2006 me asumo como artista del Performance Art.

Desde esta fecha al presente, vengo desarrollando, asiduamente, mi obra en este campo. Esto no implica que haya echado por la borda mis labores anteriores. En la actualidad vivo y trabajo en Santo Domingo, desempeñándome en un doble rol: por un lado, en el campo pedagógico como profesor de Folklore, en la Dirección General de Cultura del  Ministerio de Educación y como  profesor de danza y Director del Grupo de Danza, de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, Campus Santo Tomás de Aquino; y por el otro, como creador independiente de piezas escénicas y de piezas de Performance Art.

Finalmente, arribamos al noveno punto de giro, mi participación en la 25 Bienal Nacional de Artes Visuales, de Santo Domingo. En este evento, en que  Performance Art brilló con luz propia, a diferencia de ediciones anteriores, fueron seleccionados tres, de sendos artistas, además de mi obra, un videoperformance. Esta selección y posterior premiación a mi pieza, influyó en que muchos reconsideraran si situarme más dentro de las artes visuales que dentro de las escénicas. Ya no era un bailarín que hacía performance, sino, un artista que recurre, también, al medio del Performance Art.

Detectar estos 9 puntos de giros presupuso algunas horas de reflexión en torno a mi trabajo, y es probable que un análisis más detallado y concienzudo pudiera arrojar resultados diferentes, mas, esos puntos, a los que me he referidos, han tenido que ver, como hemos expresado, con mi elección de ser artista, con la asimilación  del material durante mi formación, y, por supuesto, con el derrotero que iban tomando mis procesos creativos al pasar el tiempo, tanto en lo formal como en lo conceptual.

Con relación al videoperformance involucrado en el noveno punto de giro, me pregunto si ese coqueteo inicial con el video no pudiera ser el preludio de lo que eventualmente sería un décimo punto de giro en mi carrera.

Para concluir, pudiera decir que en mi obra, por lo general,  forma y concepto van aparejados. El uso de elementos es mínimo, rayando, en ocasiones, en lo franciscano, y, contrario a lo que pudiera pensarse, el uso de movimientos corporales tiende a ser restringido, en la medida necesaria para que lo que haya que realizarse pueda serlo. Y todo esto, para poder comunicar ese hecho pasado por el tamiz de mi subjetividad, del que hablamos al inicio de mi intervención, y que da como resultado la obra a la que el público se enfrenta.

Obra ésta que estructuro de modo que el espectador quede seducido en un primer momento, aunque no comprenda el por qué de esa cosa por mí presentada. Lo que espero, es que se marche a su casa con el gusanillo de la interrogante, y que, eventualmente, pueda extrapolar lo planteado en la obra, a planos alejados de lo meramente personal del artista.      

¡Muchas gracias!

domingo, 29 de abril de 2012

Celebración


Con la cadencia de un bolero bailado con mi madre, celebré este Día Internacional de la Danza 2012.

Para la ocasión viaje a mi pueblo natal, San Francisco de Macorís, donde vive mi madre, Gladys Victoria Bones, y enfrente donde estaba la casa en que vivíamos cuando era niño, bailamos uno de los boleros preferidos de ella y de mi fallecido padre, Porfirio Muñoz Núñez: "Dos gardenias", de la autoría de Isolina Carrillo, en voz de Fernando Albuerne. En la acera opuesta, la Iglesia Evangélica realizaba su culto dominical, cuya prédica entraba en diálogo con el bolero que bailábamos.

                                                                                 San Fco. de Macorís, Rep. Dominicana
                                                                                                29 de abril de 2012
(Foto: María Luisa Muñoz)

viernes, 27 de abril de 2012

Laudo del Jurado 24 Concurso de Arte Eduardo León Jimenes



Entre los días 23 y 26 de Abril de 2012, el jurado del XXIV Concurso de Arte Eduardo León Jimenes, conformado por Ivo Mesquita, Maria Elena Ditrén y Maria Inés Rodríguez, efectuó una rigurosa revisión de 153 dossiers participantes. Luego de la última sesión evaluativa del día 26 de los corrientes, el jurado seleccionó un total de (15) quince artistas, según lo establecido en el Artículo 11 de las Bases del Concurso:
Soraya Abu Naba'a, por la singularidad y frescura de su pintura y por su manera de abordar el tema de la mujer y la memoria.

Carlos de León, por su carácter autobiográfico y el modo sutíl de abordar temas sociales como la violencia.

Polibio Díaz, por la pertinencia y sistemática reflexión sobre la sostenibilidad medioambienta.

Evelyn Espaillat, por su manera de tratar el tema del paisaje urbano y la des-personificación de sus habitantes.

Stepanie Marie Gómez Jiménes, por la imediatez y frescura de sus incursiones en el cine y el video sobre los temas autobiográficos.

Hulda Guzmán, por su dominio de la técnica pictórica y su habilidad para construír narrativas de caracter autobiográfico.

Sayuri Guzmán, por el carácter intimista e interactivo de su propuesta, involucrando patrones de conducta sociales y culturales.

Citlally Miranda, por la originalidad de sus procedimientos pictóricos en el abordaje del tatuaje y su impronta en el cuerpo femenino.

Raquel Paiewonsky, por la consistencia y coherencia de su investigación sobre el cuerpo femenino y los problemas de género.

José Pión, por la manera peculiar de aticular imagen y sonido en sus videos y performances.

Francisco Rodríguez, por la legitimidad de sus investigaciones sobre la dominicanidad y su estudio de las culturas dominico-haitianas.

Juan Zapata, por su análisis de la problemática de la migración y la construcción de nuevas identidades transnacionales.

Jochi Muñoz, por su trabajo sistemático y constante investigación en el campo del performance, como estrategia para visibilizar problemáticas relacionadas con temas sociales y de género.

David Pérez ( Karmadavis), por la pertinenciay originalidad de sus acercamientos a temas políticos y sociales a través del performance, interviniendo en la comunicación y las relaciones interpersonales.

Yoel Bordas García-Godoy, por la originalidad en el tratamiento de la sostenibilidad y el medio ambiente, enmarcado dentro de un rico universo narrativo pictórico.

Firmado en Santiago de los Caballeros, el 26 de abril de 2012. Maria Elena Ditrén, Ivo Mesquita, María Inés Rodriguez.

Fuente: Diario Libre. Viernes 27 de abril de 2012; p. 41.



.

lunes, 9 de abril de 2012

“…aún la nave del olvido…” o la poética de la contundencia (o la contundencia de la belleza o la belleza de la contundencia)

La noche del viernes 2 de marzo del año de Nuestro Señor de 2012, quien subscribe visionó una epifanía. Una imagen bella por sí misma, bella por la acción que envolvía, bella por lo simple de ésta, bella por lo que aquella sugería, bella por lo que la acción misma callaba. En fin, una imagen y una acción bellas por su misma humanidad: Un hombre sentado en una silla deshojaba una flor, con lentos movimientos; luego, trataba de recomponerla pegando sus pétalos con coquí. ¡Es cuánto!

Tal sucedía en la azotea del Teatro Guloya,  durante la quinta  edición de Teatro por un tubo. La pieza, “…aún la nave del olvido…”. La música, que enriquecía los sonidos de la noche, “La nave del olvido”, en voz de Chavela Vargas. El accionante, el artista dominicano Francis Taylor.

Es Taylor un artista de una fina sensibilidad y de una capacidad envidiable para reflexionar sobre su entorno, y abrevar en él para conceptualizar sus piezas. De formación teatral, mostró siempre una capacidad crítica sobre el quehacer de la disciplina en nuestro medio. Dos hitos le marcaron de modo permanente. El primero, haber sido alumno de Manuel Chapuseaux, quien le formó bajo los lineamientos de Bertolt Brecht, llegando a ser miembro de la agrupación de teatro popular “Califé”, ventana desde la cual pudo otear el horizonte de la realidad social dominicana, e insertarse en un modo de hacer teatro teniendo como materia prima el cuestionamiento de la misma. Corría el final de los años ´80 e inicio de los ´90. No ha de soslayarse que Francis proviene de una familia muy crítica de la situación política represiva de los años anteriores.

El segundo de los hitos, lo constituyó el haber participado en el primer Taller de Integración de las Artes Escénicas, en 1996, impartido por el director y gestor español Guillermo Heras, traído por el Centro Cultural de España. Amén de justipreciar toda su formación anterior, esta experiencia le amplió la visión de cómo considerar las cosas; de cómo hacer arte experimentando y asimilando sensaciones inéditas para llevar adelante su trabajo actoral, y, más todavía, de cómo conceptualizar con más rigor las cosas. Y esto último lo extrapoló, posteriormente, a su quehacer performático. Recordemos que Francis venía haciendo performances desde un par de años antes, pero tras el mencionado taller y tras lecturas y círculos de discusiones, él ha ido encausando su manera de hacerlo, hasta arribar al modo de proceder que hoy manifiesta.

Su sensibilidad social, aunque es tocada en sus piezas, de pleno la manifiesta en su trabajo de activismo en pro de la comunidad LGBT, y en su labor en una ONG, donde desarrolla proyectos de prevención de VIH en poblaciones vulnerables, coordinando, específicamente, el de usuarios de drogas. Algo a resaltar, es que Taylor al hacer activismo desarrolla una serie de actividades variopintas, que incluyen la animación teatral, pero deslindando esto de su trabajo artístico per se. Nunca se ha propuesto realizar artivismo.

En lo que respecta a su faceta artística, Taylor se ha planteado ser, a la vez, teatrista y artista del Performance Art, apreciándose en ambos medios, la misma sensibilidad artística, la misma estética, y, sobre todo, el mismo nivel de compromiso para con el arte y para consigo mismo. Posee una claridad meridiana de lo que son ambos medios, lo que le permite, a discreción, moverse libremente entre uno y otro, con la seguridad y la no ostentación que da el conocimiento (o que debería dar).

En su obra, teatral o de Performance Art, Francis plantea situaciones de su entorno personal, mirando cara a cara las cosas, desarmándolas, despojándolas de todo infundio de temor, y exorcizando de sí todo rastro de culpabilidad, purgando todo aquello que le impide realizarse plenamente como individuo, a la vez que asume la cuota de responsabilidad por lo que en un momento debió enfrentar. Él hace suyo lo expresado, en una oportunidad, por la performera guatemalteca Regina José Galindo: “Si el arte no sirve para curar, no me interesa”.

Digna de mencionar son tres piezas, disímiles entre sí, pero en las que subyace la misma materia prima: su relación con su abuela materna y su empresa de expurgación. Cronológicamente, son: Deglución (2007), en la que tras leer un texto alusivo a lo tormentoso-amoroso de esa relación, procedía a ingerir, cortado en trocitos, el bolsillo de la última bata vestida por su difunta abuela.

La segunda de esa trilogía es Sashimi de Deus (2008), pieza más bien teatral, en la que habla del poder, de la autoridad, objetivada en la pieza en una conversación entre él y Dios, pero inspirada, realmente, en la convivencia con su abuela.

Finalmente, en Alfiletero (2009), realizada en el Museo del Chopo, en Ciudad México, quiso rendirle homenaje a su abuela, uniendo el elemento alfiler, propio del oficio de costurera de ella, y el deseo (nunca cumplido) de ésta de visitar México. Así, ante el público asistente, Francis fue sacando uno a uno alfileres, previamente clavados en su pecho a la altura de su corazón, como saldo de los resquemores de la relación abuela-nieto. ¡Un gesto de perdón y de amor más significativo no habría podido concebir!

Nunca como ahora cobra más sentido la frase “menos es más”, aplicada a la obra de Taylor. En ella sólo encontramos lo indispensable. Nada de adornos superfluos, arabescos, ni explicaciones ni concesiones al público. Esto tanto al hacer teatro como al realizar sus piezas de Performance Art.

Eso quedó patente el día del ensayo general del citado evento de Teatro por un tubo, cuando un artista participante en otra de las piezas, emocionado, se acercó a Francis y le dijo que cómo él podía lograr decir tantas cosas con tan pocos recursos y acciones, refiriéndose a lo conciso y contundente de “…aún la nave del olvido…”, y además, de una manera tan bella.


Y es que “…aún la nave del olvido…”, amén de ser epifanía de una belleza formal que nos invita a su mera contemplación, nos inquieta, nos remueve cosas que quisiéramos quedaran tranquilitas, y nos lleva un poco más allá del consabido me quiere- no me quiere, que pudiéremos tener en una primera lectura. Nos plantea unas pistas que nos hacen seguir pensando en la imagen y buscando otras posibles lecturas de la misma. Se me antoja, de pronto, que toco fondo y que hago intentos desesperados por levantarme.


                                                                                                             Jochi Muñoz
                                                                                                      28 de marzo de 2012
                                                                                           Santo Domingo, Rep. Dominicana

(Texto y fotos: Jochi Muñoz)

http://puntoh.ning.com/profiles/blogs/a-n-la-nave-del-olvido-o-la-po-tica-de-la-contundencia-o-la

http://perrorabiosoblog.wordpress.com/2012/04/07/aun-la-nave-del-olvido-o-la-poetica-de-la-contundencia-o-la-contundencia-de-la-belleza-o-la-belleza-de-la-contundencia/

miércoles, 14 de marzo de 2012

En mi altar caben todos

                                  
El presente texto constituye un ejercicio que realicé en el Taller Autología del Performance, conducido por Josefina Báez, que consistía en que cada participante escribiera el párrafo más largo que pudiése (con sentido, naturalmente), y a partir del cual desarrollar ciertas acciones. Este taller se realizó del lunes 21 al viernes 25 de noviembre de 2011, coordinado por El Salón Grupo Curatorial, con el auspicio del Centro Cultural de España, en cuya sede se llevó a cabo la actividad.

Foto de familia de los participantes en el Taller Autología del Performance

Pina, Almodóvar y Bill Viola son tres imágenes que colocaría en mi personal y particular altar de artistas que admiro, siendo consciente del riesgo que corro de que el altar en cuestión se tambalee dado lo quisquilloso que podemos llegar a ser los humanos si tenemos que estar al lado, o cerca, de algunas personas que, por uno u otro motivo, preferiríamos tener a kilómetros de distancia, lo que, en el caso particular de mi altar, no será posible, dado que éste está contenido en un lugar pequeño en dimensiones físicas, pero inmenso en su capacidad de albergar a seres que hacen su arte con la verdad como estandarte: mi corazón, así que, las pinas, los almodóvares, los bill violas tendrán que estar con las marily gallardos, los fradiques, los bachs, los jiří kyliáns, los manuel chapuseauxs, las buikas, los eduardo villanuevas, los garcía lorcas, las sonia silvestres, los jorge pinedas, los francis taylors, los miguel hernández, las irmgard despradeles, etcééééééétera, no sólo juntos, sino, también…o más bien, reburujaos.

                                                                    Santo Domingo, 21 de noviembre de 2011