Por la Lcda. Miguelina Justo
Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, Recinto Santo Tomás de Aquino (PUCMM-RSTA)
Cuando la profesora Carolina Caba nos presentó la idea de realizar un encuentro para hablar sobre la película El Cisne Negro, en el marco del Mes de la Danza, sentí gran alegría. Considero que esta iniciativa constituye un modelo para una educación en la interdisciplinariedad, tan necesaria para todos nosotros que buscamos aproximarnos al conocimiento de la Verdad. Felicito al Prof. Jochi Muñoz por la propuesta, y a todos aquellos que han contribuido con su planificación y ejecución, y a ustedes para responder a la convocatoria con su presencia.
He decidido dividir mi exposición en tres partes: El análisis psicológico de la película, su vinculación con los aquí presentes y, por último, deseo plantearles un reto, hacerles una invitación.
El cisne negro, la trama que presenta, los personajes que intervienen me resultaron de especial interés desde el punto de vista psicológico. Les propongo una breve lista de algunos de los síntomas de trastornos mentales que pueden apreciarse en la película, específicamente en su protagonista, Nina.
o Como pudieron observar los que vieron la película, Nina vomita, rechaza la comida, pierde peso, todos síntomas que bien pueden encajar en un trastorno alimentario, como la conocida anorexia nerviosa.
o Constantes alucinaciones e ideas delirantes. Posible esquizofrenia paranoide. Nina responde ante una realidad amenazante que solo existe en el mundo que ha construido. Padece, así mismo, de alucinaciones táctiles, visuales y auditivas que constituyen los ladrillos de la cárcel en la que vive.
o Disociación, manifestada en la despersonalización extrema. Nina es observadora de sí misma, de ese cuerpo al que somete para alcanzar la tan ansiada perfección. Nina observa como la otra Nina, la que vive en ella, se automutila. Podría estar padeciendo de un trastorno que comparte, tal como señala Jenike y col. (2001), síntomas similares a trastorno obsesivo-compulsivo: es ritualista, se utiliza para aliviar tensión, se presenta en una persona con un sentido del yo alterado. Este trastorno es conocido como Rascado cutáneo compulsivo, o Excoriaciones neuróticas. Observamos las lesiones de Nina en la espalda. Interesante las herramientas utilizadas por la madre para evitar el rascado, todo lo que aconsejamos los psicólogos que trabajamos con este tipo de trastornos psicodermatológicos: el cortar las uñas y el uso de manoplas, o medias, a modo de guantes.
o Nina presenta un deseo sexual hipoactivo. Parecería no interesarle el encontrarse sexualmente con nadie. Podríamos hasta dudar de que en alguna ocasión esto haya llegado a materializar. Observen que accede a masturbarse como parte de una tarea, algo que debe cumplir.
o Nuestra bailarina se enfrenta al más grande reto de su carrera el personificar a los disímiles cisne blanco y cisne negro. Esto se convierte en una fuente generadora de estrés que deriva en la sensación de aturdimiento, irritabilidad, agotamiento, lagunas mentales que observamos en ella, y que son propias de las personas que padecen del trastorno de estrés agudo.
La lista podría continuar, sin embargo, existe un trastorno que considero agrupa todos estos síntomas, y otros más que en lo adelante señalaré: Trastorno complejo de estrés postraumático o por estrés extremo, de otra manera no especificado, o por sus siglas en ingles, DESNOS, Disorder of extreme stress not otherwise specified. Este diagnostico aún no ha sido aceptado por la Asociación Americana de Psiquiatría, quien es la responsable de la edición del Manual Estadístico de Trastornos Mentales, conocido como el DSM, biblia de los proveedores de salud menta.
El DESNOS ofrece criterios diagnósticos, que sirven de marco para agrupar síntomas. Me permito concluir que Nina podría estar padeciendo de este trastorno, ya que presentaba:
o Alteración en la regulación del afecto y de los impulsos, como son la irritabilidad, las conductas autodestructivas de automutilación, la toma excesiva de riesgos, como cuando acepta ingerir sustancias psicotrópicas.
o Alteración de la atención y la conciencia, como mencionábamos, episodios de despersonalización y de disociación, así como pérdida de memoria o lagunas mentales.
o Alteración de su auto-percepción: idea de estar dañada, de no ser lo suficientemente buena.
o Alteración en la relación con los otros: inhabilidad para confiar. Fíjense que Nina vive estos conflictos sola, en completo aislamiento. Desconfía de quienes se le acercan y se esconde detrás de la única persona que en principio podría ser su confidente, su madre. Pero de esto hablaremos más adelante.
Apelaremos a la terapia familiar sistémica para explicar la dinámica bajo la cual se gestan estos síntomas. Nina y su madre forma una díada patológica, marcada por una relación simbiótica donde no existen límites entre una y otra de estas mujeres. La madre busca realizar su sueño a través de su hija. Nina asume este anhelo como el propio. Presume que convertir en realidad el sueño de la madre, es su tarea, aquello que brinda sentido a su existencia. Nina conoce el amor condicionado. Está segura que solo si logra este sueño, puede ser digna del amor de la madre. Recordemos algo, puede o no ser cierto, pero ella, Nina, lo experimenta de esta manera: debo ser perfecta para que me amen, para yo misma sea digna de mi propia aceptación.
La madre, en al lenguaje freudiano, seria la madre castrante. Aquella que no permite crecer: viste, desviste, se preocupa, cobija, alimenta, hace tantas cosas, que no permite que Nina crezca. Nina intenta alejarse, crecer, cuando la madre intenta protegerla. Sale a divertirse, se droga, se encuentra con desconocidos, no mide consecuencias. Sin embargo, sus intentos son infructuosos y torpes, sirven solo para confirmar a la madre que necesita ser controlada, que otros decidan por ella, ya que su capacidad de juicio es limitada. Claro, esto se observa al final, cuando sin consultar a la propia Nina, decide que lo mejor es se quede en casa. ¿La vida le dará la razón? Puede o no ser. La madre, antes, intenta dejar de hacer, fíjense que no la despierta como era la costumbre cuando Nina se queda dormida después de una noche de juerga. Nina responde reclamando. Esto nos confirma que la patología es cosa de dos: Nina desea crecer, pero no quiere, desea alejar a la madre, pero no quiere.
Recordemos algunas escenas que nos ilustran esta relación desconcertante entre Nina y su abnegada madre:
o Los mensajes contradictorios de la madre: por un lado “eres capaz”, por otro lado “todos sabemos cómo terminará.
o El regalo del bizcocho: ¿para quién es el regalo?
